Reto: Mi mejor y mi peor profesor//@nrvan28

in Venezolanos Steem3 years ago (edited)
Buen día estimados amigos steemians, reciban mi saludo cargados de buenos deseos para todos ustedes, especialmente la gente bella de #venezolanossteem.
Desde el primer momento que conocí de este reto se despertó mi interés por participar y es que resulta muy interesante pasearse por los recuerdos de esos años en los que las emociones están a flor de piel, somos tan frágiles en la infancia y tan emotivos en la adolescencia que lo bueno o lo malo tiende a magnificarse, marca y deja profunda huella.
Personalmente creo que tuve mucha suerte, siempre fui una niña muy frágil en todos los sentidos, mi padre solía decir que yo fui una travesura de viejos porque al momento de mi nacimiento él tenía 62 y mi madre 42, ya estaban relajados y no contaban con este regalo divino, entonces más que hija fui nieta. Tal como ya lo habéis pensado, consentida y sobreprotegida a la enésima potencia, y para colmo con problemillas de salud que exigían muchos cuidados. Bien pues, en lo antes dicho les he dado las indicaciones de como formar la actriz perfecta para interpretar a la llorona sin pasar por la escuela de arte dramático y sin mayor esfuerzo.

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Mi primer grado normalito con una maestra consentidora y enamorada de una niña que pasaba horas y horas metida en cuentos y diccionarios, la muestra que superaba el nivel de lectura exigido para el grado (ojo, con 4 años de edad me enseñó a leer mi padre).
La tragedia llegó cuando un tío sacerdote que era el tótem de la familia, fue trasladado con un alto cargo a Ciudad Bolívar y con él llegamos varios miembros de la familia. Tragedia, una tragedia, no hubo colegio, monja o maestra que me cuadrara, recorrí muchas, de todos los tipos y dependencias. Nada lloraba por que salía el sol, porque se ocultaba, porque soplaba la briza, porque ya no soplaba…una maestra particular que me enlazaba las actividades con el colegio, así aprobé el segundo grado, sola en casa.
En esas vacaciones de agosto mi madre conoció a una persona que le recomendó a una maestra que trabajaba en una escuela pública bastante apartada de casa, allí fui a parar, y sí seguí llorando, pero esta maestra era insensible a mi llanto. Mis ratos de no llorar se fueron prolongando de a poco y en esos momentos aquella maestra se volvía muy amable hacia mi persona, me hacía leer en voz alta para mis compañeros y se desgajaba en halagos. Recuerdo que en una oportunidad empecé a llorar en medio de la lectura y ella dijo que hasta con un solo ojo lleno de lágrimas yo leía hermoso, creo que fue la última vez que lloré en su clase.
Al siguiente año me trasladaron a uno de esos colegios en los que había probado suerte al llegar a la ciudad, y aún lloraba por tonterías, pero la diferencia fue realmente notable.
Siempre he sido muy fácil para llorar, aún hoy, ya con 15 años jubilada de educación, suelo decirle a la gente: -“No me hables golpea’o porque lloro”. Y es cierto, si me levantan la voz lloro, jjajajjajajjaajjasss.
Jamás le levante la voz a uno de mis estudiantes, de ningún nivel (que he tenido la suerte de pasar por todos), ni a ninguna persona, bueno sí, a mi hermana mayor que es experta en sacarme la cabra que llevo dentro. Pero igual mi voz no da para mucho, cuando hablo al teléfono con alguien que no me conoce, las personas me piden que les pase a un adulto. La gente me ha enseñado a amar mi tono de voz.
En el liceo seguí siendo la llorona y muy apreciada por mis profesores y como no, si mi madre me llevó de la mano al aula hasta tercer año, y eso porque una profesora amiga le dijo que me estaba “rayando mucho” frente a mis compañeros. La verdad a mí me daba igual que hicieran bromas porque mi abuela me llevaba al liceo.
A continuación me permito compartirles una carta que escribí en 2013 para quien considero es mi modelo de maestra ideal, Elena Amaya, tuve la suerte de alcanzarla aún con vida y que pudiera apropiarse de ella, hoy ya no vive físicamente, más siempre estará en el corazón de tantas almas de barro que en sus manos trocaron a hermosas vasijas llenas de fe, amor y esperanza.
En aquel momento no existía steemit por lo que la compartí en otra red social en la que utilizo el mismo seudónimo que acá, nrvan28.
Amadísima maestra mía, a ti que supiste descubrir entre las blondas de mi alma, percibir el calor de aquellas primeras emociones y compadecerte de mí fragilidad, que en mi temprano ceño esquivo, ausente en la bulliciosa alegría circundante, volcaste en torrente la dulzura de tus palabras, acurrucada en la ternura de tu cálido regazo, hoy quiero agradecer la inspiración que me llevó a seguir tus pasos, para heredar a mis pupilos la motivación que dejó en mi cada uno de tus abrazos.

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Amadísima maestra mía, con fervor guardo, coral cuajado de perlas, tu sonrisa, contrastando la piel morena, tu trenza azabache, esa la suavidad de tus manos y aquel olor a nardos enjugando mis lágrimas.

Nada barroco, toda tú candidez.
Nada artificio, toda tú calidez.

Nada superfluo, tan sólo lo útil, lo auténtico y lo pulcro sembraste en mi frágil razón.

Nada me enseñabas, sólo modelaste lo correcto y quise ser correcta, sentí como amabas tu trabajo y quise ser maestra, me maravillaban tus conocimientos y amé el conocimiento, te vi ser justa y conmigo llevo siempre hambre y sed de justicia.
Amadísima maestra mía, diste luz a mis ojos, soplo de curiosidad a mi discernimiento, compasión a mi espíritu, nobleza a mi alma, sinceridad a mis palabras, rectitud a mi proceder y seguí tus pasos por vocación de servicio, hice de mi trabajo un sacerdocio impregnado de incienso a nardos para ofrendar al cielo, en un ruego al Jardinero Eterno por tu salud, por tu luz…porque no marchite jamás la flor preciosa que hermoseó mi juventud.

Mi peor experiencia la viví ya estando en 5to año, fue con mi profe de Matemáticas y no por las Matemáticas, sino por un “carato de mango”
Era nuestro profesor guía y por aquellos días se celebraba la semana aniversario del liceo por lo que se estaban organizando actividades culturales, deportivas y refrigerios. Cada estudiante aportaba algo para esas meriendas y yo me ofrecí a llevar “jugo de mango”, el profe al escuchar lo que dije me miró con aspecto sorprendido a la vez que decía:

-“Carato de mango”, ¿tú no sabes que se llama “carato de mango”?, ¿qué, no eres guayanesa?

A lo que mis compañeros respondieron: -No profe, es margariteña.

Pues señores, les cuento que se me montó la gata sobre la batea, desde ese momento el profe cambio su trato hacia mí por completo hasta transformarse en un abierto rechazo que yo no conseguía entender. Mi madre intentó hablar con él en varias oportunidades, nunca le concedió una entrevista.
No me aplazó la materia, fue peor que eso, la casilla quedó abierta y el nunca respondió por ello. Solo pude resolver esa situación varios años después directamente en la sede central del Ministerio de Educación en Caracas.
Pero a todas éstas, ¿cuál fue el verdadero motivo de aquel rechazo?
Cotilleo, cotilleo:
Aquel profesor y su esposa habían vivido relativamente cerca de la Escuela de Medicina, UDO Bolívar y aprovechando esa circunstancia alquilaban habitaciones a estudiantes, al parecer tenían varios margariteños y un buen día la esposa del profe se marchó a vivir con un joven médico margariteño recién graduado, en consecuencia él paso a odiar todo lo relacionado con margariteños, hasta el día del juicio final por la tarde.
Es que los margariteños son irresistibles.
Texto e imágenes de mi autorìa, càmara Canon 1100D EOS.

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Mi traviesa y llorona, @nrvan28. Tu publicación es preciosa de principio a fin. Si fuera un concurso, estarías entre los primeros puestos. Yo también tuve unos padres que parecían mis abuelos: mamá tenía 40 y papá 48. Antes a la gente se le notaba más la edad, presumo que se debía a los trabajos que pasaban. Me encantaron estas frases:

Recuerdo que en una oportunidad empecé a llorar en medio de la lectura y ella dijo que hasta con un solo ojo lleno de lágrimas yo leía hermoso, creo que fue la última vez que lloré en su clase.

“No me hables golpea’o porque lloro”. Y es cierto, si me levantan la voz lloro, jjajajjajajjaajjasss.

Es que los margariteños son irresistibles. Debiste haber dicho: Somos irresistibles. Jajaja.

La carta a tu maestra es un homenaje escrito con los latido del corazón y la franqueza que solo se tiene cuando se es niño.

Gracias por hacerme pasar un momento de dicha leyéndote. Te mando muchos abrazos.

Gracias @solperez, me encanta saber que lo has disfrutado.

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