Un camino tenebroso estaba delante de nosotras, solo nos quedaba cargarnos de valentía y emprender nuestro viaje, ¿a dónde ? -No lo sé, el tiempo lo dirá...

Cuando en medio de la guerra, nos desalojaron de nuestros hogares, María, Emperatríz y yo salimos de lo que quedaba de nuestra casa, ya hechas ruinas. No nos dio tiempo siquiera de cargar una muda de ropa, tuvimos que huir con lo que teníamos puesto, pues habíamos perdido todas nuestras pertenencias materiales; solo nos quedaba aferrarnos como familia y tener el coraje, las ganas de vivir; pero siempre surgía el miedo a lo que nos depararía el futuro. Un futuro incierto.

Nos encontramos en un camino devastado como nuestra alma, con ganas de llorar seguí caminando, iluminados por una luna triste, triste como estoy yo.

Una esperanza tenemos, no estamos solas, siguen el camino muchas personas, caminantes que marcan un camino, una ruta, un sendero. Ya no hay vuelta atrás. A lo lejos, en lontananza está la clave, está la villa; es un lugar hermoso donde abunda la equidad, el respeto por la vida y la seguridad.