La música estaba sonando. Cuántas veces había repetido aquella pieza musical: ¿5, 8, 10 veces? También se había perdido la cantidad de cervezas que había tomado allí tirada sobre la alfombra. A todo pulmón con los ojos cerrados, como si temiera abrirlos y encontrarse con la realidad, cantaba una y otra vez con un sentimiento de tristeza.

o0o
A su lado el gato maullaba cada tanto, especialmente cuando la voz de su ama se hacía más fuerte y con más sentimiento. La hora no importaba, tampoco los vecinos, los que seguramente estarían dormidos y si por casualidad estaban despiertos, se estarían enterando que por fin había sucedido lo que muchos habían pronosticado: el marido de aquella mujer se había ido. La había abandonado.

o0o
Aunque ella le había rogado que se quedara y parte de su orgullo había quedado tirado en el suelo: el hombre se había marchado definitivamente. Ya no quería nada con ella y por eso pondría distancia. La mujer, con lágrimas de rabia le había dicho que se fuera, pero en un arranque de cobardía le había rogado que se quedara. Él había tomado ya la decisión y ella ahora canta, una, cinco, diez veces, aquella canción que habla de un amor cruel que no sirve para nada.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS