Existen muchas profesiones y oficios en el mundo, unas –desde un punto de vista moral, muy honrosas para quiénes la desarrollan, otras no tanto. Entre trabajos fáciles o complicados, bien o mal pagados, existe uno que es realmente digno de admiración: el vendedor.

Aunque no hablo de cualquier tipo de vendedor, sino aquel que se arma solamente de su intelecto, creatividad y sensibilidad humana para poder atender de manera adecuada las necesidades de su clientela y que además de eso, debe resistir los embates de la intemperie, sean cuales sean las condiciones, frío o calor, sol o lluvia.

Si llegara hasta aquí, tenemos que admitir que son trabajadores incansables, los cuales trabajan duramente por cada moneda ganada. Pero adicional a eso, deben tener un espíritu y una voluntad fuerte, para intentarlo todas las veces que sean posibles. Recordando una frase que leí hace tiempo, la cual no traigo de manera textual. Este era un experto vendedor de pólizas de seguro, el cual le decía a sus aprendices de “Ofrece el servicio sin esperar nada, mucho menos un SÍ. Mejor, ponte una meta de 10, 20 veces que te digan que NO y moldearás tu voluntad”.

A estos trabajadores la frase les queda bien. Porque yo veo todos los días a alguien que rechaza una oferta de algún vendedor. Pero aun así, siguen de pie, ofreciendo, atendiendo a cualquiera que lo necesite.