Al cruzar el umbral de la sala de reuniones, una bonita y espaciosa estancia en el piso 4 del edificio propiedad de la empresa a la cual trabajaba, saludé a todos los presentes y ocupé mi puesto. Aún con mis pausas, había llegado temprano. La cita era las 7:00 pm.
Mis compañeros estaban animados y pude ver a mi amiga, nos sonreímos cómplices y como nuestros puestos estaban alejados, empezamos a mensajearnos burlándonos de la cara fastidiada de los demás y quejándonos de que no veríamos nuestra serie favorita esta noche en estreno.

Estando en mi aplicación de mensajería pude ver un mensaje de texto de un compañero de trabajo. Lo busqué en el acto con la mirada. No estaba allí. El mensaje decía:

Si no te has ido a la oficina, no vayas por favor.

Las palabras estaban llenas de una pena que no podía describir. Le respondí "Ya estoy aquí". Su respuesta fue:

Sal de ahí.

Enseguida tomé screenshot y pasé la imagen a mi amiga Jenny. Al recibir el mensaje, vi palidecer su cara y una mueca de terror la inundó. Me levanté y la busqué en su asiento, pidiéndole ayuda con un "asunto femenino" tomé su mano, fría de muerte y la jalé hacia mí. Nos dirigimos a la puerta de salida cuando escuchamos una explosión muy cerca, de hecho podría decir que a nuestras espaldas.

¡CORRE Y NO MIRES ATRÁS JENNY!

Mientras corría, de mano de mi amiga, no pude evitar recordar lo bonita que se veía la luna hace un momento. Y cómo las estrellas la acompañaban, creando un espectáculo sólo para mí.

¡Quieren desaparecer a toda costa las evidencias de embrollos en los que se metió la directiva! ¡SALGAN YA!