Venezuela Concurso/Cuarta edición/ Siente la Naturaleza, en #VenezolanosSteem || Elucubraciones

Me encanta tu fotografía y me gustaría incluirla en una publicación futura, si tú me autorizas. Es demasiado hermosa. Pero, ahora sigo rumbo a mi cuento, sumando una anécdota real con un argumento ficticio.

Durante las vacaciones de verano tuve la maravillosa oportunidad de realizar una visita guiada a las barracas de Mont-roig, construcciones en piedra seca que pertenece a la historia y que enseñan mucho sobre como adaptarse al terreno y las opciones que este brinda.

El guía podría definirse como un virtuoso de su especialidad y se explayaba en las explicaciones sobre el sistema de construcción en hileras, colocadas piedra sobre piedra sin ningún material de pegamento. La gran escasez de lluvias y el terreno pedregoso favorecieron el uso de la piedra y también la conservación de las cabañas. Los turistas, habitantes de la región o, como yo, visitantes de verano prestaban muchísima atención. Luego me enteré que se trataba de una actividad terapéutica en la que habían dado cabida a cierto número de foráneos para completar el cupo.

Y de hecho, había dos personajes que me llamaron muchísimo la atención, él vestido como si fuese a la playa y no le faltaba razón, pues el sol estaba radiante y el calor fenomenal. Ella vestía de manera diferente, como si fuese a una reunión informal pero en otoño, exceptuando los colores, un bonito blazer rosa y su respectivo sombrero del mismo tono y ala corta. Caminaban tomados de la mano, apoyándose ella en él, quien sintonizaba mejor con el paisaje y la actividad. Y se mostraba seguro del terreno que pisaba.

Sin querer escuché una especie de coqueteo, el de ella. Y observé la enfática respuesta de él, pegándola a su cuerpo, casi estrujándola, porque ella era delgadita y él, robusto. Era bastante fácil adivinar que tenían poco tiempo como pareja, probablemente segunda pareja, ya que ambos era de edad mediana. Se quedaron algo rezagados con respecto al grupo. También yo. Me quedé tomando fotografías, porque el paisaje era maravilloso y quería llevarme muchos recuerdos.

-¿Te tomo una fotografía?

La voz me sobresaltó, porque estaba muy concentrada en el enfoque. Era él. Mostrando una amplia sonrisa y unos bellos ojos azules. Tartamudeé un poco. Miré alrededor, la mujer no estaba con él.

-Para que tengas tu imagen con la de las piedras- Rió. Tenía mejor cerca que lejos, diría mi bromista amiga Betsy. Asentí con media sonrisa y le entregué mi celular. Me tomó un par de fotografías sugiriéndome donde colocarme para captar un buen ángulo de la cabaña. Me comentó que había hecho el recorrido varias veces.

Se acercó la mujer, él llamó con un gesto del brazo. Luego, dirigiéndoe a mí

-Soy Robert. Ella es mi hermana Alina. ¿Nos tomas una fotografía junto a la cabaña? Quiero que se lleve un bonito recuerdo del paseo. Ya se va mañana.

La mujer me miró sonriente, con los mismos ojos azules de su hermano. Las elucubraciones no siempre construyen historias reales