Resplandecientes, calurosos, llenos de energía, así son los rayos del sol, alejando a la fría oscuridad de la noche; se ilumina parte del planeta tierra. Cielo azul y despejado miraron mis ojos somnolientos a través de la ventana, vaya! Es un nuevo día.

    No puedo olvidar aquella inalcanzable mariposa voladora, peculiar belleza incomparable con otra.

     Detalles, pueden ser apreciados de cerca, esa vez no fue el caso, a pesar de la distancia sus características eran claramente distinguibles, formas curvas y colores radiantes altamente resaltados por la poca luz que quedaba aquel día lluvioso. Melancolía, al pensar en ella.

     ¿Qué veo? Mariposas volando, libremente en el jardín mostrando su hermosura natural en cada aleteo, cada pose, en cada vuelo, me pude dar cuenta de la gran variedad que había. Cómo peces en el mar, navegando sin preocupaciones, sin rumbo fijo, siguiendo sus instintos de supervivencia, así son.

     Sonrío, ante sublime regalo de la naturaleza; mariposas cuál gotas de lluvia a mi vista, la felicidad se abre paso y despepeja aquella tristeza que sentía, eso creí, un destello de luz solar obliga a mis ojos cerrarse, nostálgico al ver en mi mente aquella inalcanzable mariposa volando otra vez. La majestuosidad de ella era insuperable, la más radiante estrella del firmamento, no hay dudas a tal comparación. Abrir los ojos no quería, en mi universo a ella la veía, aceptarlo en mi realidad no podía, que difícil me decía.

     Aferrado a tan lindo recuerdo, la soledad se apoderó de mi, vacío es lo que quedó, como desiertos en el océano sin nada más que nada, eso era ahora mi interior; basto y desolado, un universo con tan solo una tenue luz a lo lejos, comienzo a caminar sin avanzar.

     Día a día transcurre la vida; luz y oscuridad, sol y luna, frío y calor. Un desafío constante en la carrera de supervivencia, así se vive, con esto pensé, en dónde estaría aquella inalcanzable mariposa, qué le depararía el futuro, qué me depararía mi propio futuro.