Hola amigos de #venezolanossteem. Le escribí a @palabreador en su post del concurso que hacer reír a través de un cuento o una anécdota es un todo un arte.

Esta publicación que realizo para tu concurso es honorífica, es decir no es para ser tomada en cuenta en competencia, ya que como administradora de la Comunidad Venezolanos Steem no participo en los concursos que aquí se realizan, sino para apoyar y acompañar a los participantes de este concurso.

Para todos aquellos que quieran saber de qué se trata esta fantástica idea pueden chequear el Primer Concurso “El Humor Venezolano” – Cuentos, Chistes y Anécdotas por @palabreador.

Orlando Rodríguez fue un amigo que le encantaba contar chistes. Él era titiritero, actor y director de teatro. Compartimos muchos espacios culturales sobre todo cuando estábamos en el Cine Club Ocho y Medio.

En una ocasión, estábamos haciendo un Taller de Cinematografía; era un fin de semana. Cuando terminó el Taller, un domingo por tarde, Orlando nos invitó para ir a su casa en San Francisco. Era una excusa para conversar y tomarnos algo refrescante.

A todos nos encantaba la manera como Orlando contaba los chistes y le pedimos que contara algunos. Lo que viene a continuación es el intento de escribir uno de los mejores chistes que narraba mi amigo.

Cuerpo presente

En una casa de una familia muy humilde se estaba velando el cuerpo del jefe de familia que llevaba apenas horas de haber fallecido. La señora estaba muy angustiada porque no tenía café para ofrecer a los acompañantes del velatorio.

Buscó en la alacena y consiguió un paquete de avena en hojuelas. Entonces, mandó a preparar la avena. Cuando estuvo lista se sirvió la avena en los vasitos de café.

La señora estaba desconsolada y sentó a llorar a su muerto tomándose el líquido espeso.

¡Ayyyyyyy mijo, por qué te fuíste! Gritaba la señora al lado de la urna.

¡Qué voy a hacer sin tiiiiiii! Seguía la señora en su intenso dolor y de vez en cuando se tomaba un poquito de la avena.

¡Ayyyyyyy mi Dios! ¿Por quéeeee te lo llevasteeeeee? Y las lágrimas corrían por las mejillas de la señora.

La avena se había enfriado en el vaso y, además, se puso espesa. La señora quiso tomar algo de avena pero no salía del vaso por lo que inclinó su cabeza hacia arriba (imagínense a mi amigo Orlado inclinando la cabeza para hacer la parte visual del chiste) e igualmente inclinó el vaso de avena en sus labios pero la avena no bajaba. Entonces, aún con el llanto lastimero la mujer empezó a darle golpecitos al fondo del vaso para que bajara la avena y cayera en su boca.

¡Mijoooooo! ¿Qué voy a hacer sin tiiiiii? Los gritos eran pavorosos pero la mujer insistía en tomarse la avena; por lo que decidió meter su dedo índice en el vaso para sacar la avena y llevársela a la boca mientras seguía con los gritos desesperados por la pérdida sufrida.

Entre grito, y llanto entrecortado, la señora se metía el dedo en su boca cargado de la avena que no quería salir del vaso. Y Orlando, contado el chiste, gritaba y gritaba con timbre de mujer y simulaba toda la escena del vaso de avena.

¡Mijoooo! –pausa- (Mete el dedo en su boca). Traga. ¡Qué dolooooor taaannn graaandeeee! –pausa- (Vuelve a meter en el dedo en el vaso limpiando las paredes del mismo y luego llevándoselo a la boca) … ¡No me dejeeees!! (Grito casi de soprano) – (traga la avena) ¡Llévame contiiiigoo! (se mete el dedo en la boca y lo chupa para tragar el último poquito de avena que había sacado del vaso).

Espero haberles narrado bien este chiste y haberles sacado una sonrisa. Escribirlo no me fue fácil; era mejor oírlo y ver la interpretación. Nosotros nos destornillábamos de la risa porque Orlando era genial inventando o imitando frases que había oído en algunos velorios.

Saludos Infinitos y gracias por leerme. Espero sus comentarios.

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