En la mañana del 13 de junio, en la plaza del pueblo, aún sonaban las maracas de Jacinto. El conjunto ya se había ido pero él estaba tan borracho que ni siquiera notó la ausencia de sus acompañantes musicales. Algunas señoras, que no asistieron a la fiesta del patrono del pueblo, se reían entre dientes mientras atravesaban la plaza para ir hacia el mercado. Jacinto seguía haciendo figuras con sus antebrazos, para lucirse ante las señoras que lo miraban de reojo. Inesperadamente, Carmen Julia, su hermana, le echó agua fría en la cara frenando el concierto de semillas de capachos.

Jacinto la miró asombrado. Carmen Julia era su hermana mayor y él nunca le levantaría la mano pero sin dudas está vez le provocó. Antes de que dijera algo, Carmen Julia sacó una taza y un termo de su bolso y le ofreció un poquito de café. Jacinto estaba tomando conciencia de su borrachera, y aceptó la bebida caliente que todas las mañanas lo levantaba de su cama. Giró su cabeza de buscando al cuatrista y al maestro del arpa pero se vio solo. Sintió algo de vergüenza y se tomó el resto del café de un trago.

Esa mañana Jacinto tenía una intención precisa y por eso había amanecido en la plaza. Él estaba enamorado de la hija del arpista, y la muchacha le correspondía. Esos amores estaban en secreto ya que nadie lo podía descubrir porque iba a surgir un lío entre los músicos. De pronto, Jacinto la vio, justo en el lugar que quedaron para encontrarse. Agarró sus maracas y empezó a agitarlas suavemente. No para sacarle música sino para que se deslizara el anillo que le daría a su enamorada. Ella lo miraba sonrojada desde lejos mientras un sí salía de sus labios.

Esta es mi contribución para este interesante concurso.
Espero que les haya gustado.

Invito a @raquelsiso1, @marito74 y @carlos84

¡Saludos infinitos!. Espero sus comentarios