"A mí y a los tres chiflados" / Desafío de anécdotas

Hola esta es mi participación a tan divertido reto.

Gracias a la Comunidad Venezolanos Steem y a la amiga @lilianajimenez por espacios para compartir y divertirnos como una gran familia, compartiendo cosas que en algún momento fue bochornoso pero reírse de lo vivido es terapia para el alma. También a @patidelc1207 que me invitó a participar del reto. Invito a @marijo15 y @noelguarisma09.

Mi anécdota es reciente, casi salido del horno. La semana pasada exactamente el día miércoles había actividades en la escuela, proceso de inscripción para estudiantes que estaban pendiente, reunión de representante de algunos grados y como de costumbres un sin número de personas buscando cupo, eran como 13.

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La noche anterior no dormí, me recosté un rato a las 3:00am. (mi esposo estaba enfermo), en el acompañarlo decido planchar el uniforme del colegio para mi jornada de trabajo y la plancha no funcionó. Le hice el comentario y me acosté. Tan lindo él, reviso la plancha y me arreglo el uniforme (cuando me levanté ya había planchado).

Muy de prisa hice una comida para cuidar el estómago de mi esposo y me arreglé rápidamente para mis compromisos laborales. A las 7:30am ya estaba en el colegio. Al llegar como de costumbre saludé a todos los que estaban por mi paso, atendí en la dirección a algunas personas, estuve dando orientaciones a quienes esperaban por la administración. Todo el tiempo caminando y resolviendo situaciones.

Cuando de repente (10:30am.) me llama una profesora y me dice al oído (casi como un susurro) “tienes el pantalón roto por detrás” ¡Dios! Quería desaparecer. Inmediatamente me bajé la camisa, no era mucho lo que tapaba, traté de conseguir una aguja y un hilo, no fue inmediato, pero lo logré.

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Cuando me entregan la aguja ya con la hebra y el carrete de hilo, me voy a al baño de la dirección, pensé que era poco y me llevé solo lo aguja, empecé a coser y se me terminó el hilo, que pereza tuve que ponerme mi pantalón roto e ir por el carrete. Por otro lado, que vergüenza era mucho lo roto. ¡Dios! Y media mañana así…

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Cuando llegué a casa les conté a todos mi pena de la mañana y nos reíamos, quiénes me verían, mi esposo apenado porque el que plancha se percata de esas cosas. Pobre, no había dormido… para seguirnos riendo le dije, no importa mi amor, te toca planchar otra vez.

HASTA OTRA PUBLICACIÓN

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