Un hombre joven, José Antonio, fue espantado por una figura espectral que salió entre los ramajes secos cuando saqueaba una tumba en el cementerio La Primavera ubicado al norte de la calle Mariño en la Ciudad de Maracay.

Resulta que este cementerio fue construido en 1915 en terrenos donados por el general Gómez, donde años más tarde la familia del benemérito reposa en un panteón o mausoleo que se construyó solo para ellos desde 1919 porque varios de sus parientes morían a causa de la “gripe española” que azotaba al país.

A pesar de haber sido clausurado, varios moradores aseguraron haber escuchado gritos de torturados, cadenas y relinches de caballos. El mausoleo permaneció abierto un tiempo para algunos turistas y devotos que ofrendaban flores o placas por los “favores recibidos” a sus plegarias.

Pero José Antonio, abandonado a la suerte por el alcohol, una noche decidió hacer dinero para continuar con su vicio y se dispuso a entrar a la zona del General, pues, al otro lado del cementerio las aguas filtraron los ataúdes, y era peligroso caer en cualquier fosa común. Además, ya no había nada de valor excepto los recuerdos de los dolientes que se mudaron al olvido.

Llegó la oportunidad y José Antonio no dudó en saltar la entrada esfumándose entre los árboles sombríos del sitio. La brisa se había paralizado por completo, pero las hojarascas se levantaron reuniendo por momentos un remolino que cubrió todo la caminaría. El aire se tornó pesado. A todas estas, José Antonio dominado por su avaricia se acercó hasta una de las ventanas, sacó de su bolsa herramientas improvisadas y empezó a forzar la reja.

El mausoleo fue diseñado con un estilo “morisco” que guarda una relación semejante al famoso Tah Mahal de la India, y dentro hay unas veinte tumbas de la familia, incluyendo la del General Gómez, también prendas, bustos, placas de mármol y otros objetos de agradecimiento como charreteras dejadas por militares.

De pronto, la figura bella y tenebrosa que mora en la cúpula del techo, había desaparecido. José Antonio, frotó varias veces sus ojos y rápidamente sin dejar de voltear a todos lados tomó un palo secó para romper el vidrio y entrar a toda prisa por un boquete que había abierto.

_{El Ángel Negro, en la cúpula del mausoleo}

Fuente

El Ángel Negro, como le llaman, de larga cabellera y túnica larga se movía por los ventanales destellando una luz que venía de su antorcha sostenida por su mano derecha. El techo desprendía migajas de pintura vieja que caían sobre José Antonio, todo temblaba haciendo enfurecer a uno de los hijos del general más cruentos de la historia: Vicentico. Torturador y asesino quien tomo a José Antonio por un costado de la camisa arrojándolo con fuerza hasta el busto esculpido con su rostro.

En el lugar centelleaban extrañas luces. Risas espeluznantes retumbaban en el mausoleo. El Ángel Negro, esperaba su turno con frialdad asomada por los ventanales.

José Antonio, tan flaco como un dedo meñique, logró escabullirse por el boquete que había hecho, no sin antes caer en la venganza del Ángel quien elevó el cuerpo del infortunado por encima de la pared hasta la calle.

_{Parte interior del mausoleo}
Fuente

Meses después, la noticia se difundió desde un centro de rehabilitación donde se recuperaba José Antonio, en el cual los médicos aseguraron que sufría de alucinaciones por la ingesta de alcohol y otros estupefacientes.

Hasta entonces, el mausoleo fue clausurado por presuntas actividades “irregulares” que afectaban el patrimonio lo cual se ha convertido en un misterio que pasa de generación a generación.

Gracias a @steemcurator01 @steemcurator02 @booming01 @booming02 por contribuir a los nuevos retos y el apoyo a nuestras publicaciones creativas.