Hola, comunidad de @venezolanossteem. Me animé a participar en el concurso "Crea tu mito", propuesto por las amigas @marcybetancourt y @solperez, que es genial porque sirve para que estimulemos la creatividad. Gracias por la iniciativa. Participa, aquí el enlace.

     ANTES DE QUE LLEGARAN MÁS HOMBRES esto no se llamaba así: América, pero bastantes dioses sí había en estas tierras, incluso el de mayor inventiva que se haya conocido, y miren que en el mundo hay dioses, y de sobrada inventiva, también. Lo llamaban de muchas maneras, pero según él, un solo nombre le quedaba bien, el que le cubría su vergüenza y disimulaba su genio porque quién iba a creer que detrás de alguien que usaba guayuco estuviera el más ocurrente y divertido de las divinidades, y es que, mientras los demás andaban envueltos en hojas de plátanos o en plumas o al descubierto, él no solo usaba guayuco, sino que promovía su uso:

     ─Tapá rabín ─le decía a los indígenas que iba encontrando y estos, pensando que se les presentaba, así lo bautizaron: Taparrabín.

     Un día, apiadándose de la soledad del hombre, pues vio cómo un nativo le hacía piruetas a su propia sombra, y como esta no le devolvía las mojigaterías, brincaba sobre ella para aplastarla, pero en su lugar lo que hacía era sumar rasgos de idiotez a la especie humana, y viéndolo en tal aprieto de estupidez, Taparrabín se sentó en el suelo donde justo vio un montón de tierra ideal para comenzar un trabajo de creación, agarró polvo, lo frotó entre sus manos y he aquí que le empezó a brotar humo en un ritmo de danza en el que sus manos iban ardiendo y cuando se enroscaron en un trozo de vara se volvieron serpiente y comenzaron a dibujar a los animales, entre los que se cuentan al pájaro, al gato y al chimpancé, luego creó una nube de polvo y de esa espesura cobraron vida y salieron a reproducirse los animales.

     Como sus ocurrencias no le dejaban descansar, la mañana siguiente estiró al pájaro por las patas y por el cuello, tanto que inventó el avestruz. No conforme con eso, guindó un trozo de carne en una vara y cada vez que el gato intentaba atraparlo, lo alzaba, y otro salto del gato y otra alzada de la carne, así hasta que el gato se estiró a la altura de un tigre; y al chimpancé, ¡uy! le quitó lo peludo, le dio la facultad de la palabra y lo convirtió en humano.

     Cuando el resto de los hombres se enteraron de sus travesuras y particularidades les pareció bonito lo del pájaro, lo del gato y lo de todos los demás animales, pero no les causó gracia lo del chimpancé y fueron, le reclamaron y le pidieron que confesara ¿quién de ellos era el chimpancé?, pero Taparrabín no dijo quién era, sino que los sentó y les habló:

     ─Chimpancé es todo aquel que después de crecer sigue guindado, no de los árboles, sino de las ideas de otros; todo aquel que no aspira otra cosa que nacer, crecer, reproducirse y morir. Chimpancé es quien no busca lo que está más allá de la rama, de la hoja o del fruto; solo quien supera su propia animalidad deja de ser un chimpancé.

     Eso dijo y eso escucharon los hombres y desde entonces todo el que quiere dejar de ser un chimpancé busca sus propias ideas para sostenerse.