3er. Reto. “Este Día fui Heroe” by panchoroquer”. Rescatado de la Mugrienta Heroína.

Es realmente confortable, ayudar a otros, vivir para servir es una premisa que si todos la aplicáramos seriamos más felices, aunque haciendo una revisión por mi Vida, debo decirles que muchos son los héroes que me han salvado.

Pero, aquí una historia de cómo pude ayudar a alguien.

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Hace algunos años llego a nuestros círculo de amigos Alejandro, del que yo conocía muy poco, cuando hablamos por primera vez fue un choque brutal hasta el punto que yo decidí no hablarle por un tiempo, pero, sus buenos modales, respeto y agradable trato derribaron las barreras, una amiga en común siempre me decía tenle paciencia, compartíamos libros de lectura y hablábamos con frecuencia de la religión, el evangélico y yo católica.

Al cabo de unos años vi crecer su familia y el la mía, una que otra vez compartíamos el desayuno. Hasta que sucedió lo inesperado, se separó de su esposa y tuvo que abandonar su hogar (el que lo sostenía en pie), por aquí y por allá me entere que salía con una profesional, muy linda, y que le iba bien, al cabo de unos meses, mi amigo comenzó a faltar a sus jornadas laborales y de allí me llaman para contarme, había llegado ese día a su trabajo retardado, luego de numerorosos días de ausencia, con un desagradable olor y con muchiiiisimos kilos menos.

Yo habla de la depresión, de la tristeza que le estaría embargando por la pérdida de su familia y ahora esta otra pareja, todos me miraban y el allí gritándome con sus ojos un sutil Auxilio Licenciada, mientras, que los otros chicos no entendían como yo no me daba cuenta de lo que realmente pasaba; hasta que Ruper, me tira del brazo y me lleva a un rincón y me dice: ¡Mija, la piedra, la piedra lo tiene así! Yo atónica solté un: Qué?.

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En todos esos años de amistad nunca supe, que de joven nuestro amigo en común había estado en un centro de rehabilitación para drogas, cuando por problemas familiares abandono su familia en la adolescencia, se había recuperado y logro formar una familia, un trabajo estable y unas amistades que lo mantenían a flote.

Pero, verse solo ya a los 36 años, le costó una recaída al infierno de las drogas, ese día regrese a la oficina y le dije ¿Qué vamos a hacer? Con lágrimas en los ojos, me dijo: lo que Usted, pueda hacer por mí. Discutimos entre varios las opciones y decidimos que lo mejor era que se internara en un centro, me dijo: Mañana vengo para que me lleves, yo asustada pensando en que no regresaría y en un mar de nervios, pues, ya me había dicho que en ocasiones se ponía agresivo.

A la hora acordada sentí su presencia, llegó con un pequeño bolso de mano, entre todos le colocaron objetos de aseo personal y dos o tres mudadas de ropa, unas pequeñas golosinas y un gran abrazo. Mis lagrimas no paraban de caer, y fue El, quien me dijo, voy a estar bien.

Al llegar al centro, me preguntaron si yo era familiar y dije: Si, pero, luego en privado explique, realmente, en la ciudad tenía muy pocos familiares directos, quede registrada como pariente y en los primeros días lo acompañe a realizarse exámenes de chequeo, en algunos casos ni hablaba y solo al final soltaba Gracias por todo Licenciada. Mi esposo para esa época me decía que yo estaba loca, montado un drogadicto en el carro y yo soportaba en silencio.

Mi amiga y yo fuimos a varias sesiones de terapia y nos turnábamos para visitarlo los domingos. El día de su cumpleaños, entre todos, recolectamos dinero para una torta y fueron solo 4 personas (las que permitían) en las fotos se veía su alegría.

Al cabo de unos meses, recibí una llamada del centro y la psicóloga me comunica que habían venido un tío del centro del país y que había decidido trasladarlo para estar más cerca de él, no hubo tiempo para las despedidas, ni un abrazo.

Allá se recupero un poco, aunque, quedo con mucha medicación, comenzó a trabajar en una granja y creo que todas las semanas me llamaba, me envío un detalle el cual conservo con mucho cariño, siempre que llamaba me decía Gracias Licenciada, cuando Usted entró en la oficina ese día ya yo había dicho que no iría a ningún centro, pero, verla allí preocupada por mí me animo a seguir.

Al cabo de dos años, note que las llamadas no eran tan frecuentes y decido indagar, revisó el face de un familiar y noto que pedían medicamentos para una neumonía (la aciaga época en que no se conseguían ni en dólares) a los dos días, un dos de Noviembre, entraron dos amigos, me miraron y me dijeron:

¡Murió Alejandro, murió!

Salvado de la Mugrienta Heroína, recuperándose y lleno de esperanza no superó una gripe.

Aprendí que debemos ayudar sin juzgar a nadie, algunos llevan una cruz a cuesta y la cargan en silencio.

Agradecida con @panchoroquer, @solperez y @marcybetancourt que lideran este equipo.

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