Meredith Crane se levantó temprano, más de lo usual, y se dirigió a la puerta de la mansión que una vez perteneció a Lord y Lady Murchinson. Un cartero surgió de entre la bruma y, al estar cerca de ella, la mujer le pidió la correspondencia con ansiedad.

Subió las escaleras y escondió las epístolas entre sus ropas íntimas. Horas más tarde, Oliver Little volvía de hacer unos mandados. Meredith le hizo señas para que la siguiera. A solas en la sala, ella le informó de las cartas y ambos esperaron al mejor momento para poder dárselas al joven sin llamar la atención de los nuevos dueños del lugar ni de los demás sirvientes.

El señor y la señora Goodwin, tíos de Oliver, le dijeron lo que pasó en el mercado de la villa. Los dos leían las noticias con dolor y fastidio. ¿Quién sería aquel que lo rastreó y persiguió hasta esos parajes?

No se quedaron con la duda: Kevin les habló de Cedric, su primo segundo de parte de madre.

Oliver resopló molesto. Durante la infancia que compartió con su amigo, Oliver interactuó con Cedric. No importaba a qué estuvieran jugando o de qué estuvieran hablando, él lo convertía todo en una competencia.

Si estaban chapoteando en el lago cerca de la cabaña, Cedric retaba a ver quién nadaba más rápido. Si escalaban árboles o iban caminando de forma relajada, Cedric quería probarse con Kevin, Oliver y los demás niños, quién subía y bajaba en menos tiempo o quién subía el árbol más alto o hacer carreras desde algún punto del pueblo hasta la cabaña. Si jugaban a las cartas -incluso si el juego era solitario- él quería hacer unas rondas de apuestas.

Él perdía la mayor parte del tiempo. Su inseguridad impulsaba sus ideas y sus planes de vida constantemente. Llegaba al punto de culpar a otros de sus fracasos.

Esa actitud infantil hacía que fuese incómodo jugar con él, hablarle y, aún peor, responderle negativamente. Esto último le hacía explotar.

Oliver le agradeció a la criada por la ayuda. Terminó unas tareas más y partió a la granja de los Goodwin. El destino de Kevin aún era incierto. Más le valía pensar en una buena solución.