Meredith Crane y Oliver Little estaban de pie en el vestíbulo, frente a Cedric ellenbatch, el nuevo dueño de la mansión. Los demás sirvientes también estaban presentes.

Oliver Little miraba a Cedric con ira. Ese hombre no cejaba su empeño en ganar a toda costa. De alguna forma supo rastrear las cartas de Kevin desde la otra costa y adivinar quiénes en la casa señorial eran los destinatarios.

El desprecio que sentía por su primo era tal que haría cualquier cosa por traerlo de regreso y disfrutar de su sufrimiento.

Ellenbatch amenazó a los demás sirvientes con la intención de que soltaran algo, pero Crane la criada se puso firme y dijo que eran solamente ella y Little los responsables. La verdad era que algunos de sus compañero también habían ayudado sólo que no lo sabían al momento de hacerlo. Crane pensaba que mientras menos gente supiera más grandes eran las probabilidades de que el plan funcionara.

Sintiéndose traicionado por sus sirvientes, Cedric eElenbatch tomó a Little de la brazo izquierdo y lo obligó a escribir otra misiva, esta vez, pidiéndole que regresara a Gran Bretaña e inventara una emergencia con la que socorrerlo.

Una vez puesto el punto final, Little le entregó la carta a Ellenbatch quien la releyó y luego, una vez la tinta estuvo seca, la puso en un sobre y se la entregó a uno de los sirvientes para que la llevara a la oficina de correos.

El sirviente fue muy diligente. Llevó la carta acusadora a la oficina de correos de la ciudad de Yorkshire donde vivían y volvió a la mansión e informó a su nuevo jefe.

Cuando Ellenbatch se encerró en su estudio a trabajar, el empleado se reunió con Crane y Little a escondidas.

—Ya terminó el peligro —les dijo—. Para cuando llegue la respuesta ustedes deben estar lejos de aquí.

—¿A quién se la enviaste? -preguntó Crane, curiosa.

—A un amigo que dejará que la carta se llene de polvo. Ahora, recojan sus cosas y váyanse.

El hombre, siguiendo las indicaciones de Little, envió la carta a Dundee, sabiendo que no pasaría nada. Las epístolas que Kevin enviaba y recibía eran entregadas vía Oliver Little, Los Goodwin, Sammy y Lucien, por lo que los sellos eran una formalidad que servía de tapadera para hacerle creer a Cedric que tenía la información correcta y que estaba cerca de atrapar de Kevin.

Little llevó a Crane con él a la granja de los Goodwin ya que su villa originaria estaba de camino y tenía que informar a su amigo de los últimos eventos.

Días después, Kevin y Lucien recibieron la misiva. Para ayudar a su amante a entender lo que ocurría, el joven inglés le explicó a Lucien quién era Cedric.

—Él es muy competitivo.

—No, una cosa es ser competitivo y otra muy diferente es querer fastidiarle la vida a los demás.

—Lo bueno es que Meredith y Oliver están bien.

Los dos hombres permanecieron en silencio mirando el horizonte pensando en lo precaria que era su seguridad.