Cuando era niña, siempre me trenzaban el cabello y confeccionaban vestidos a medida, siguiendo las tradiciones de la alta sociedad. Participaba en clases de literatura y entrenamiento a caballo. Con gracia y elegancia, realizaba paseos de compras, preguntándome qué zapatos y cartera, sombreros, agregaría a mi colección de 500 pares.

Al entrar a la tienda, las empleadas me recibieron con cortesía y me informaron sobre los nuevos modelos. Con conocimiento previo, pedí probar algunos y quedé enamorada de los stilettos, botas de tacón alto y demás artículos. La emoción fue evidente, y mi familia real cubre estos lujos. Luego, disfruto de un masaje, visito la peluquería y elijo el mejor vestido, zapatos y cartera para encontrarme con Julian, pretendiente de la adinerada familia Carrington.

Krystle está imponente, vestida como una reina, mientras Julian muestra elegancia. Al encontrarse, ríen y caminan por los jardines del palacio, compartiendo risas, inventando juegos mentales y hablando de flores y colores. Su amor es una fantasía, lleno de inteligencia y ternura, basado en charlas, anécdotas y planes para aumentar la fortuna familiar. Su relación es idílica, llena de propósito, frescura y entusiasmo, siempre buscando maneras de crecer y mejorar juntos.

La familia real organiza una fiesta, y Julian y Krystle se casan con honores, convirtiéndose en los más queridos del pueblo. Demuestran que el éxito se logra trabajando en equipo, independientemente de la situación financiera. Saludos.