Arte y escritura/ Semana 43/El color es la vida misma/Por @gemamedina

Todo a nuestro alrededor es tono, matiz, coloración. A veces estamos rodeados de tonos suaves, delicados, otras de algunos fulgurantes, vivaces. En ocasiones, el cielo es azul infinito con nubes blancas y cuando hay atisbos de lluvia se puede formar un hermoso arcoíris.

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El color está en la naturaleza, en el arte, en la vida cotidiana, en los alimentos que consumimos, en el espacio que habitamos, en los accesorios y vestimenta que usamos a diario y que reflejan nuestro sentir, nuestras emociones. Hay estudios que enmarcan los colores dentro de características específicas que los hacen simbólicamente universales. Y esto se ve reflejado en el uso que se hace de ellos en determinados contextos tales como la liturgia, la heráldica, la literatura, el arte.

El color ha alcanzado tal importancia en las sociedades que se habla de los efectos de carácter fisiológico y psicológico que ejercen en los seres humanos, al grado de ocasionar en los individuos impresiones y sensaciones de relevancia, debido a que cada uno tiene una vibración y una energía determinadas. De esto, sin duda, saben mucho los artistas plásticos, el marketing y la publicidad.

Es natural sentir una inclinación por algún color en específico y no tanta por otro. Hay quienes aman el rojo, otros el azul, el verde o el violeta, al tiempo que pueden argumentar qué sensaciones y emociones les transmiten dichos colores. Esta es una cuestión muy personal.

Si revisamos un poco lo que hemos leído acerca de las propiedades de los colores podemos recordar, grosso modo, que el amarillo es el color de la luz y del oro y guarda relación con la abundancia, con la acción, la fuerza y el poder. El rojo, por su parte, simboliza las emociones fuertes y se le considera el color del vigor y del impulso. Por eso se relaciona con la alegría, la pasión, el fuego y la sangre. El azul es el color del espacio, del infinito, de la inteligencia y la tranquilidad. En el verde se representa la naturaleza y la humanidad y se asocia al equilibrio emocional y a la esperanza. El blanco es la totalidad de la luz y se asocia a la pureza, a la paz y a la virtud. El negro es ausencia total de luz y guarda relación con la noche, con la oscuridad y la tristeza.

No olvidemos que la apreciación de los colores varía de cultura en cultura, por lo que lo que puede significar un color para Occidente no lo significa necesariamente para Oriente. Así que las valoraciones, por muy simbólicas que puedan ser, siempre dependerán del contexto cultural en el que se desarrollen. Si no, preguntémosle a Cirlot, maestro de la simbología universal.