Hola amigos , el 31 de diciembre es un día compartido doblemente, primero nosotros en casa, y luego con el resto de la familia en casa de mi suegra.

Por la tradición de mi papá siempre me gusta adornar la mesa de la sala, allí coloco frutas frescas, frutos secos aunque actualmente el maní ha sido protagonista en ese puesto. Los Dulces y chocolates que no pueden faltar porque los voy comprando desde unos meses antes.

En otra mesita pongo la comida, hallaquitas aunque sea de pollo, ensalada, pasticho, bebidas y el pan para acompañar.

Un platillo particular que me enseñó mi mamá, son los repollito rellenos, mis hijos les encanta y para nosotros forman parte de la cena familiar en cada navidad y año nuevo.

Después de tener las mesas lista, aunque parezca mentira soy yo la promotoras de los fuegos artificiales, me pongo a lanzarlos sentada en la puerta de la casa para alegrar el ambiente y de inmediato salen los niños para ver mis locuras.

Luego antes de las ocho , preparamos la mesa para cenar nosotros porque estamos acostumbrados a comer temprano y luego toca ir a casa de la abuela, y allí, la cena es a casi media noche.

Para llevar a casa de mi suegra, preparo la ensalada de pollo y el pasticho para la cena comunal, porque allí estamos cada uno con la familia, pero también con los vecinos que llegan a tiempo a visitar. Lo importante es que para todos siempre hay.

Mientras esperamos las doce, nos reunimos a disfrutar cada uno de su bebida, unos un séquito, otros la popular fría y yo prefiero el vino y el poncigue que preparo para ese momento especial.

Faltando pocos minutos para las doce, colocamos la radio para escuchar las Uvas del tiempo en la voz del recordado Andrés Eloy Blanco. Mientras vamos comiendo esas doce uvas del año viejo o las mandarinas que también son buenas para este momento. Los teléfonos no dejan de sonar, hay risas de los niños y lágrimas en los ojos de muchos.