Guardianes del parque. RelatosteemCreated with Sketch.

¡Salud y vida, mis amados steemians!

Es un gusto saludarles e invitarles a leer este relato que en parte es ficción y en parte fragmentos de una vivencia. La imagen principal, de mi autoría, fue capturada con una cámara Fuji Film Fine Pix S4000. Los protagonistas de la fotografía: los cocoteros del Parque Guaiquerí de mi amada ciudad natal, Cumaná.

Espero les agrade.

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Me gustaba ir al parque por la paz y el silencio que reinaban en él a todas horas. No era un lugar solitario, pero eran pocas las personas que le visitaban sobre todo en horas de la tarde.

Gracias a mis muchas visitas al lugar sabía que debía estar atento al camino pues el terreno era muy accidentado. Tan pronto se estaba en una superficie muy plana como, al siguiente paso, en un lodo pegajoso y difícil de eliminar. A ratos un suelo poblado de pequeñas plantitas y al instante siguiente una superficie tan reseca y agrietada como si no hubiese probado nunca una gota de agua.

Pero lo que más me impresionaba del lugar eran las enormes matas de coco que se alzaban a ambos lados de la caminería central, una acera ancha que atravesaba el parque de un extremo al otro. Las conocí en mi infancia y ya entonces eran así de altas, de unos diez o quince metros, y, embelesado, yo siempre miraba sus distantes y oscilantes palmas mientras recorría en mis paseos el tan conocido camino.

Una tarde, la última que visité el lugar, una brisa muy fuerte sopló de repente y las ramas de los árboles se agitaron furiosas unas contra otras. En ese momento, yo iba caminando hacia la salida pues ya eran casi las cinco de la tarde y pronto el parque cerraría, pero, más que buscar la salida, sentía que debía protegerme de las ramas que empezaban a caer a mi alrededor.

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Nuevamente miré hacia las elevadas palmas de coco y esta vez no las vi inclinarse a los lados en su habitual danza oscilante sino que noté que todas giraban a mi alrededor y lo hacían más y más rápido.

Me sentí mareado y, sin darme cuenta, me salí de la caminería. Allí tropecé con unas ramas y caí al suelo pese a mis intentos por recuperar el equilibrio. La inclinación del terreno me hizo rodar cuesta abajo hacia un canal de drenaje que estaba a unos metros de la acera. Yo lo había visto muchas veces y siempre había pensado que aquello parecía una fosa para cadáveres. Paré de rodar por el suelo solo cuando caí dentro del canal.

Seguramente me golpeé la cabeza pues días después continuaba doliéndome un lado de ella. Recuerdo que estuve varios minutos tratando de incorporarme sin conseguirlo. Me dolía todo el cuerpo. Giré sobre mí mismo con mucha dificultad por lo reducido del espacio y cuando logré mirar hacia afuera me encontré con muchos rostros cubiertos con máscaras pintadas con llamativos colores y que apenas tenían dos orificios para los ojos y uno para la boca. Tras las máscaras, unas enormes y abundantes cabelleras verdes que ondeaban con la brisa. Debajo, unos cuerpos muy largos, delgados y flexibles cubiertos con una extraña indumentaria de color marrón que, adherida, parecía cubrirles todo: brazos, torsos, piernas, manos y pies.

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No sabía si debía hablarles, sonreírles, pedirles ayuda para levantarme o prepararme para pelear.

No tuve que decidir. Ellos descendieron al canal y me tomaron por los brazos y las piernas y siguieron la corriente del agua hacia el Manzanares. Aquello me pareció imposible pues jamás pensé que todos aquellos seres – conmigo a cuestas – cabrían en ese canal pues no era nada espacioso. Yo mismo apenas pude girar ahí buscando incorporarme.
Me condujeron a las márgenes del río y me tendieron sobre una cama de palmas muy bien tejidas. Noté que estaba en un sitio muy estrecho como para que aquel lecho constituyera un lugar de descanso.

Ya el sol había declinado; sin embargo, noté que, repentinamente, había mucha luz. Intenté moverme, pero me encontraba atado a aquello que ya me parecía mi lecho mortuorio.

La luz se hacía más intensa. Busqué su origen y lo encontré en las innumerables antorchas que tenían en sus manos muchos individuos con rasgos similares a mis captores. Sus movimientos parecían tener el mismo ritmo y fuerza de la brisa que recorría el lugar. No hablaban, pero se comunicaban muy bien. Todos me rodearon con las antorchas en alto.
Uno de ellos pronunció unas palabras incomprensibles, me colocó una mano en el pecho, donde presionó con mucha fuerza y la otra, donde empuñaba un rudimentario mazo, la elevó lo más alto que pudo para luego bajarla a toda velocidad con dirección a mi cabeza.

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Guardianes mudos

desde arriba vigilan

inalcanzables

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Gracias por leerme

Gracias a @marcybetancourt y a @solperez, nuestras guardianas, por velar por nuestra Casa VenezolanosSteem


@eudisdiaz.png

Sort:  

Me dejaste impresionada con tu historia, amiga @eudisdiaz.
Una experiencia extraordinaria que puede parecer que solo fue un sueño.

Gracias por compartir.

¡Te deseo mucho Éxito!

#onepercent #affable #venezuela

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Gracias por visitar mi blog, por leerme y dejar ese hermoso comentario. Así es la narrativa de ficción: muy parecida a lo que vemos en nuestros sueños.
Saludos, @skinnygirl.

Hola apreciada amiga, me encantó tu relato, te felicito y deseo una feliz tarde.

Hola, mi querido amigo! Días sin saber de ti. Gracias por tu visita y tu alentador comentario. Feliz mañana, @sir-lionel. Un abrazo.

Excelente relato, gracias que existen esos guardianes. Saludos

Gracias por tu valoración de mi relato, @eve73! Saludos fraternos para ti.

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