Crónica de una mudanza anunciada
Saludos y feliz fin de semana, amigos de Steemit.
Hace exactamente dos años y ocho meses me mudé a esta casa. Fue un cambio brusco, inesperado. Me lo propusieron para ser llevado a cabo ese mismo fin de semana y acepté. Un poco por la ilusión de cambiar de ambiente y otro por el encanto que ofrecía la nueva casa. Pensé que me quedaría aquí solo por un año. Ha sido un poco más.
Sabía que mi permanencia aquí sería breve. Sin embargo, al tener esta oportunidad, no pensé mucho en empezar a recoger todas mis pertenencias, meterlas en unas cajas y luego enrumbarme hacia mi nuevo y temporal hogar.
En aquel momento, por el interés y la necesidad del dueño de esta casa, recibí la ayuda necesaria para mover todas mis cosas: me envió un camión, con chofer y varios caleteros. Yo no tendría que preocuparme sino por indicar qué cargar y, una vez en la nueva casa, dónde ubicar cada objeto, cada caja, cada mueble, cada bojote.
No era la primera vez que me mudaba. De hecho, no conozco a nadie que se haya mudado de casa en más oportunidades que yo. Quizás por eso no lo pensé ni un instante antes de aceptar la propuesta pues ya tenía diez años en la misma casa y eso – entre otras cosas – empezaba a cansarme.
Tenía tres gatos en aquel momento, pero, hasta hace unos años atrás, solo había tenido perros como mascotas y, aunque me he mudado muchas veces, como ya he dicho, mudar de hogar a un perro o dos no representa ningún problema, pero un gato… De eso me enteré en aquel momento.
Yo estaba ilusionada y feliz, con toda la casa recogida, esperando al camión y los chicos que cargarían mis cosas. Tan pronto llegaron, el chofer dio dos cornetazos en la entrada de la casa y mis gatos salieron despavoridos cada cual a esconderse en el lugar que más abrigo les brindó lo cual, en una casa donde no quedaba nada en su lugar habitual debió ser una calamidad para ellos.
Los jóvenes caleteros entraron deprisa, con muy buena energía, sonriendo y hablando entre ellos. El chofer me advirtió que tenían muy poco tiempo porque habían dejado una labor a medio hacer así que debían dejarme instalada y volver al trabajo.
En un abrir y cerrar de ojos toda mi casa, excepto las paredes y el techo, estaba en el camión y los chicos atando a las barandas los enseres para asegurarlos bien.
Busqué a mis gatos por cada habitación. No estaban. No se ocultaron ni siquiera entre las plantas del jardín. Miré hacia las casas vecinas. Les pregunté por ellos a unos niños que jugaban en uno de esos jardines, pero no los habían visto.
Los jóvenes y el chofer me miraban disimulando muy mal su impaciencia. El kenner que había pedido prestado para transportar a mis mascotas quedó vacío en la sala.
Subí al camión aferrada a la esperanza de que volverían cuando cesara el movimiento y el escándalo y que esa noche, cuando llegara un sobrino que prometió cuidar de mi casa en mi ausencia, los encontrara a los tres esperando que alguien les llevara la cena.
Gracias por su amable lectura
Todas las imágenes son fotos propias hechas con mi teléfono Alcatel 1 y editadas en Power Point
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