Para hacer esta foto, me ubiqué en una habitación cerrada de la casa y, como lo recomendó nuestro maestro, suprimí la luz eléctrica para procurar que la iluminación fuese proporcionada exclusivamente por mi objetivo fotográfico central: las velas.

Hice varios ejercicios cambiando de perspectiva, añadiendo y restando algunas velitas, alejándome y acercándome a mi objetivo. Las flamas - que a veces eran dos y otras eran tres - resaltaban la textura de la estatuilla que elegí como complemento. La oscuridad que envolvía los elementos de mi composición, las sombras que estos arrojaban y las luces ondeantes de las velas hicieron de este conjunto un delicado y a la vez misterioso objetivo fotográfico.