El Cuadro en la sala

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En un caluroso día domingo, me encuentro realizando la visita semanal a la abuela. Como siempre que lo hago, me recibe con cariño y emoción. Mientras ella se dirige a la cocina para consentirme con algo de comer, yo decido quedarme a esperarla en la sala de estar. Mi abuelita acostumbra a tener las paredes llenas de cuadros, con pinturas y fotos familiares. Me acerco a observar como cada vez que vengo. Y uno en especial llama mi atención.

En este aparece un hombre maduro, que poseía una mirada que tenía la capacidad de mostrarte un poco de todo lo que habían visto sus ojos. Tenía poco cabello y una barba bien cuidada. Vestía un traje muy elegante, y en su mano llevaba un antiguo reloj de bolsillo.
Cerca de él, en otro ángulo de la habitación, se puede ver a una mujer. Llevaba un vestido de seda de la época, largo hasta el suelo, cabello castaño en un moño. Con una mirada esmeralda que mostraba curiosidad. Me pregunto, ¿quién era ese hombre?

A través de la ventana de la sala entraba de a poco una brisa que conseguía aliviar un poco el calor del día. Me acerqué al cuadro, como si pudiera sumergirme en él. Extendí mi mano hacia el hombre para sentir la textura lisa del vidrio que protegía la pintura dentro. ¿Por qué estaba sentado mirando el reloj? ¿Qué esperaba?
Mientras me hacía estas preguntas, entró a la sala el gato de la casa. Sus ojos grises seguían cada uno de mis movimientos. ¿Qué sabía él sobre la obra de arte que tanto llamaba mi atención? ¿Sabía acerca de las acciones que llevaron al hombre a esa situación?

El reloj en la mano del hombre marcaba una hora específica. ¿Acaso esperaba reunirse con alguien? Puedo imaginarme varias teorías: tal vez un amor prohibido, un posible viaje, un engaño. La imagen frente a mí parecía tener todas las respuestas, pero también un montón de preguntas.
Y así el día fue pasando. Permanecí en la sala con mi abuela, mirando de vez en cuando al cuadro. El gato se entretenía entre los pies de mi abuelita, con la mirada en dirección hacia la pared del cuadro, como si él también quisiera conocer su significado. Mientras el cuadro seguía en la habitación, a la espera del próximo que descubriera su historia.

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