La depresión es un mal que va de la mano con los seres humanos, porque hay muchas cosas que nos deprimen; pero, claro, hay situaciones que deprimen más que otras y es cuando nuestras vidas se convierten en verdaderas torturas.

Podemos lidiar tranquilamente con las tristezas de todos los días, porque en realidad casi nadie es totalmente feliz. A veces creemos que lo mejor de nuestras vidas ha sido la niñez, sin embargo, si viajamos a nuestro pasado, vemos que también pasamos por malos momentos cuando niños. Es decir, que los sinsabores y las congojas siempre estuvieron allí a nuestro lado.

De las tristezas leves del día a día está el contemplar tantas injusticias. Apenas miramos por la ventana y de una vez vemos alguna escena deprimente. Medio escuchamos la radio, medio vemos las noticias por las redes, por la televisión, y allí mismo sentimos aquel desagrado y aquella impotencia.

Pero el asunto serio de verdad está cuando se nos cae el mundo por tal o cual acontecimiento traumático: la muerte de algún familiar o amigo; las enfermedades propias o de nuestros familiares; o que si la pareja nos abandonó porque le dio por buscar otros amores.

Y hay veces en que los acontecimientos negativos le caen en ramillete a la misma persona, y si a eso se le suman los problemas económicos (como es harto común en Venezuela), el asunto se convierte en una especie de bomba de tiempo que puede hacer estragos con la vida de la persona que los está padeciendo.

De allí que la salida es buscar ayuda profesional. Para eso existen los psiquiatras y los psicólogos. Bueno, si careces de dinero, por lo menos busca un amigo que te apoye, o busca algo en Internet que te pueda servir. Lo importante es evitar que todo ese peso te aplaste.

Eso sí, no te acerques a brujos para que te saquen las tres lochas que tienes en el bolsillo. Esa gente vive del embuste. Y tampoco acudas a esas iglesias evangélicas donde hay gente que se pone a gritar diciendo: “¡Fuera, satanás!” Porque el peor satanás que podamos llevar por dentro es el de nuestra ignorancia.

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