Arte y Escritura / No tiene sentido que sueñes tener el bicho como Kim Kardashian

Aquel domingo la pareja decidió salir al parque a orillas del mar. Llevaban a pasear a sus dos mascotas: un perrito mediano y un mono capuchino. Cuando llegaron se dieron cuenta que había demasiada gente, y la mujer se quejó:

• ¡Miércoles! Cuando el pobre lava llueve. Mire ese gentío. ¿Y ahora dónde nos comemos los sánguches?
• Bueno, tendremos que comer parados o mejor esperemos un ratico. Puede ser que algunos decidan marcharse.
• Aunque por ahí veo algunos espacios.
• No, Vilma. Ahí no cabemos. Y menos tú con ese trasero de bachaco que cargas.
• Ay. No me digas así.
• ¿Y no es verdad? Cada vez que sales te amarras atrás una bolsa llena con periódico. No tiene sentido que sueñes tener el bicho como Kim Kardashian.
• Bueno, es para pantallar un poco. Para que crean que me las mandé a rellenar con silicón. Se van a imaginar que tenemos mucha plata.
• Debes aceptar algún día que lo tienes tan plano como una bandeja.
  En eso el mono casi le arrebata de la mano la arepa con chorizo a una vieja que comía sentada sobre la grama.
• ¿Para qué trajiste a ese animal? –protestó él- Haciéndolo a uno pasar penas.
• Es que me dijeron que los malandros del barrio le tenían el ojo puesto. Las costumbres de los indios se vinieron a la ciudad. Con el hambre hereje que hay, ahora la gente por aquí también come monos.
• Y mira aquella doña pescando como toda una pescadora deportiva.
• ¿Deportiva? A esa también se le ve el hambre en la cara. Apenas con el primer kilo de sardinas que saque, ahí mismo saldrá corriendo hacia su casa.
• Caramba, allá a la derecha vienen dos caballeros de verde tomados de la mano. Por aquí como que también se perdió la cosecha.
• Mira, Pedro, allá está un barco hundiéndose. ¿Será el Titanic?
• Qué Titanic, mujer. Ese es el ferry que iba hacia Margarita. Más bien había tardado en hundirse. Es que todo lo que cae en manos del gobierno tiene los días contados.
  En eso una mujer de las que estaba haciendo picnic, al notar que el perrito de Vilma se había pegado con su perra, gritó:
• ¡Ay, mira lo que ese perro tan horrible le ha hecho a mi perra!
• Disculpe, señora –respondió Pedro-. Nosotros no sabíamos que su mascota estaba en los días.
• ¡Me hacen el favor y despeguen a ese perro de allí!
• Va a tener que esperar un ratico, señora –agregó Vilma.
• Ay, Dios mío. Y ese perro tan feo. Yo que quería cruzar a Chuchi con un perro de su raza.
• ¿De cuál raza? Yo la veo como criollita- opinó Pedro.
• Bueno, no es su problema –protestó la del picnic.
• En unos tres minutos se despegan –dijo Vilma con tono muy suave, como para calmar a aquella dama.
• Mejor nos hubiéramos quedado en casa, porque creo que este es un día de mala leche –comentó el esposo.
• Ay, Pedro. ¿Será que mis ojos me están mintiendo?
• ¿Qué pasa, mujer?
• Por allá veo con otro tipo a la mujer de Remigio, nuestro vecino.
• Ay, miren a la inocentona esa. La que se la pasa diciendo que nosotros somos unos fisgones y criticones.
• Ay, papá. Que no nos vea esa tipa y ojalá que el Firulais se despegue rápido de esa perra, porque es mejor que nos vayamos rápido de aquí. Si Remigio llega a enterarse, esa loca lo primero que va a decir es que los chismosos fuimos nosotros.
• ¡Apúrate ya, perrito! –le gritó Pedro a su mascota-. ¿Qué te pasa? ¿Te echaron pega loca en el pipí?

Invitando a: @mariami, @soywilfredg