Arte y escritura / No te mandé dinero porque no hace mucho me robaron aquí en la mina

La anciana estaba al frente de su casa. Parecía como si estuviera esperando a alguien; pero no, era que estaba viendo si pasaba a algún vecino para pedirle un pequeño favor. Y de repente apareció una joven por la acera.

-Buenos días, mamá Dolores –le saludó la chica.

-Hola, Rosita. Mira, no sé si me puedes hacer un favor, si tienes tiempo.

-Dígame de qué se trata.

-Bueno, es que mi esposo me mandó una carta con un señor. El problema es que se me hace difícil leer porque hace unos días me quedé sin lentes.

-¿Se los robaron?

-No. Fue que se formó un samplegorio en la cola para cobrar la pensión. Los lentes se me cayeron y los pisotearon dos viejos gordos que estaban a mi lado.

-Bueno. Yo le leo la carta.

-Vamos. Pasa adelante. Ya te la voy a buscar.

Mamá Dolores le entregó el papel a Rosita y esta comenzó a leerla:

-“Querida Dolores. Espero que te encuentres muy bien…”

-Ajá, bastante bien que me encuentro. Lo que me falta es comer pasto –interrumpió Dolores la lectura.

-“Quería decirte que esta vez no te mandé dinero porque no hace mucho me robaron aquí en la mina…”

-Ajá. Mejor se hubiera quedado aquí, viejo loco. Por allá lo que está buscando es que lo linchen como a un menso.

-“Llegué al campamento una tarde junto a mis compañeros y encontramos que el cocinero ya no estaba, se había marchado con el poquito oro que hasta ese momento habíamos sacado…”

-Ja ja ja. Cosa rara. Se pusieron a llevarse como cocinero al mismo tipo que acabó con todas las gallinas aquí en el barrio. Pero, claro, el Pedro nunca quiso escuchar mis consejos.

-“Quería sugerirte que debido a la gran pelazón que me imagino estás pasando, pongas el loro a la venta...”

-“¡¿Qué?! Bien bueno. ¿Ahora voy a poner a vender al Pancho que tiene conmigo 50 años en la casa? Eso es como vender a un hijo. Está loco mi maridito.

-“Pide para comenzar unos 50 dólares y dile a los interesados que es un buen loro, un buen hablador que habla menos paja que los mandones que están en Caracas…”

-¿50 dólares? Ojalá. Por ese pedazo de loro de broma que le dan a uno un billete de un dólar todo roto.

-“Lo otro es que, por favor, mándame unas dos mudas de ropa más con el mismo señor que te estoy mandando la carta...”

-Ja ja ja. Ay, pero este Pedro sí que está mal de la cabeza. Se le olvidó que se llevó a la mina las únicas tres mudas de ropa que tenía. ¿Será que quiere que le mande un par de las faldas rotas que tengo?

-“Es que ya me estoy pareciendo a Tarzán con la ropita que cargo. Te quiere y te extraña: Pedro”.

-“Bueno, ya que se encuentra viviendo en plena selva, de que se vea como Tarzán no tiene nada de malo. Lo que le va a faltar es la mona Chita.

-Eso es todo lo que dice aquí, mamá Dolores.

-Gracias, Rosita. Y a propósito, andas bastante bonita hoy, aunque con ese vestido te ves como la burriquita, y con ese sombrero que parece una floristería te ves como una reina.

-Es que me voy hacia los lados de la plaza. Me dijeron que por allá necesitaban a actrices de reparto.

-Ah, qué bueno. A veces eso da buena plata.

-Estoy rezando para que así sea porque la cosa está por demás de peluda.

-Por supuesto. No alcanza ni para comprar rasuradoras.

-Mamá Dolores, y ¿qué pasó con todos sus hijos?

-Esos muchachos me salieron terribles, a pesar de que su papá y yo no les dimos malos ejemplos. Seis están presos por choros y los otros dos me dijeron que vendían chicha y chupichupi por allá en Carúpano.

-Pero ¿sí le entregan a usted la bolsa de comida que da el gobierno?

-Bueno, sí. Y casi todo lo que viene allí me ha servido para engordar a un cochino que tengo en la parte de atrás, porque, por ejemplo, esa harina tapa las tripas. Aunque me dijeron que si uno le rinde bagazo de caña se digiere mejor.

En ese instante el loro de mamá Dolores comenzó a largar maldiciones, gritando:

-¡Maldita sea la que parió a…!

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