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El señor Ignacio estaba agobiado de la rutina diaria y solo le atraía leer libros de aventuras y programas en la televisión acerca de alienígenas. Le fascinaba la idea que otra vida habitaba en los confines de la galaxia o debajo de la tierra, así que un día se dispuso a hacer algo impensable: vivir bajo tierra.

Empezó a excavar en el patio de su casa día tras día, pero le era difícil con instrumentos sencillos por lo que invirtió en una pequeña maquinaria para hacer del trabajo algo más eficiente. Quería construir un refugio pero la idea lo sobrellevaba a encontrar algo más, su influencia le llenaba su cabeza de un misterio que impulsaba su voluntad de ánimo.

De noche, cavaba con los artefactos comunes como la pala, o un pico para no hacer ruido a sus vecinos. Vertía agua en el hueco y se dio cuenta que se consumía rápido, cosa que le produjo una tesis acerca de alguna vida subterránea. A medida que el hueco se hacía más profundo su ímpetu también crecía abriéndose camino para escapar de la realidad que le sofocaba.

Ya habían pasado varios meses y el hueco tenía kilómetros de distancia de la superficie. Sobresalían pequeñas chimeneas de ventilación, una cápsula en un cilindro que lo baja y lo subía automáticamente recorriendo las capas del fondo de la tierra con sus múltiples formas, texturas y sensaciones.

De pronto un ruido surgió de las entrañas estremeciendo todo a su alrededor. El señor Ignacio creía que lo que escuchaba era una nave que pertenecía a una civilización intraterrestre. Puso andar la capsula y subió de inmediato para darle espacio a lo que brotaba. Miles de tentáculos salían esparcidos ocupando el terreno hasta levantar su casa que se fue despedazando hasta desintegrarse por completo.

A la vista, un árbol surgía haciendo una abertura al tamaño de un cráter como si un impacto viniera de adentro hacia afuera. Crecía de manera majestuosa impregnando el ambiente con ráfagas de aire frío y viajando hacia un tiempo moderno después de estar atrapado 100 millones de años.

El árbol extraño inauguraba un espacio de vida futura como símbolo de la supervivencia.