Venezuela Concurso/ Semana 43/ Homenaje a Édgar Allan Poe/ @cruzamilcar63

in Venezolanos Steem2 years ago (edited)

Las señales de la muerte


Durante mucho tiempo, la "Muerte Roja" había devastado la región. Antes de que la inmensa tragedia se hiciera realidad, Cándido González se había enterado, mirando el noticiero del mediodía, de que un grupo de médicos que realizaba un trabajo de campo en la frontera sur de la nación, había descubierto, por casualidad, una enfermedad desconocida. El jefe del Departamento de Epidemiología, explicaba, a través de la pantalla, que algunas personas, presuntamente contagiadas con el extraño virus, ya habían fallecido. Todavía no estaba totalmente comprobado si el causante de las muertes era ese agente misterioso, pero todo indicaba que así era; por lo tanto, hacía un llamado a todas las autoridades y al país en general para que se tomaran en seguida todas las previsiones posibles.

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Fuente

El mal comenzaba con la aparición de una pequeña mancha roja en cualquier parte del cuerpo que más tarde podía multiplicarse hasta lograr que todo el sistema inmunológico se rindiera ante sus feroces embates. En cuanto se enteró de aquello, Cándido González intentó poner en alerta a toda la familia, pero nadie le hizo caso porque ese problema se había presentado tan lejos de ellos que no merecía la pena preocuparse; además las escasas informaciones sobre el asunto aseguraban que los enfermos eran apenas unas pocas personas.

Sin embargo, cuando Cándido González miró en televisión al Primer Mandatario desmintiendo a los científicos que habían descubierto el virus y tildando de insensatos alarmistas y enemigos del sagrado orden de la patria a los pocos comunicadores que se habían ocupado del caso, supo con desesperada clarividencia que la situación estaba peor de lo que había imaginado. Fue el Eterno Primer Mandatario quien, con inusitado desdén, le puso a la enfermedad el nombre de la “Muerte Roja, con la intención de restarle importancia y burlarse del mal, colocándole una etiqueta impactante, para después asegurar que no había nada que temer porque la nación seguía por su rumbo de progreso, rebosante de salud y bienestar.

A partir de ese momento Cándido González no tuvo más un momento de sosiego. Procurando poner a salvo a los miembros de su familia, quiso confinarlos en sus hogares al menos por un mes, tal como recomendaban los epidemiólogos, pero se dio de bruces con la increíble circunstancia de que la mayoría de sus parientes negaban, de manera rotunda, que existiera un virus mortal. Fue así como comenzó el estéril enfrentamiento entre los que sí temían por el contagio y los que se negaban a aceptarlo. Estos últimos entonces, con ciego e insistente empeño, convirtieron a Cándido, un antiguo enfermero preocupado nada más por la salud de quienes lo rodeaban, en un encarnizado rival del Primer Mandatario, en un enemigo de su incólume verdad.

De nada valía quedarse encerrado en casa, reflexionaba Cándido con una angustia infinita, si los demás andaban a sus anchas por donde les apetecía porque no temían ser contagiados. Entraban y salían, sin tomar ninguna precaución; para colmo todas sus acciones estaban dirigidas a burlarse de su posición ante la enfermedad y llegaron hasta la desfachatez de pintarse manchas rojas en la cara, mientras imitaban la verborrea desquiciante del Primer Mandatario con la intención de hacerlo levantar su voz inútil para insistir sobre las medidas contra lo que ya parecía una epidemia.

El día en que uno de los primos, Leoncio González Carvajal, amaneció con una indiscutible mancha roja en el rostro y una fiebre altísima que amenazaba con carbonizarlo en un santiamén, Cándido se dedicó, con toda la pasión de sus mejores días como trabajador de la salud, a tratar de salvarle la vida, sin tomar en cuenta que era este uno de los parientes que más lo zahería con sus desplantes. Pero todo fue inútil, los rosetones que cubrieron por completo su cuerpo terminaron por quitarle la vida en solo tres días.

Con la muerte rondándoles tan cerca, pensó el viejo enfermero, ahora sí la familia entera se dedicaría a cuidarse más del mortal virus; sin embargo, no fue así. En lugar de tomar conciencia ante la contingencia sanitaria, argumentaron, con un cinismo trepidante, que el primo Leoncio había fallecido porque, en cuanto se sintió mal, se lanzó en su lecho a esperar la muerte y no realizó ningún esfuerzo para continuar con una vida normal.

Una semana después, Cándido González falleció cuando una inmensa mancha coloreó de rojo toda su anatomía y él la miraba convertirse en insistentes salpicaduras que pintaban de escarlata todo el territorio nacional…



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Invito a los amigos: @evagavilan y @yeceniacarolina. A todos quienes deseen participar, les dejo aquí el link del concurso

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Le diste un "tinte rojo" que me dejó pegada a tu cuento, buen trabajo, mi respeto, saludos

La verdad es que ese relato se fue él solo por un camino en el que no había pensado. Saludos y gracias, amiga.

Impecable tu trabajo narrativo. Si Poe leyera tu relato diría: "Así se crea una tensión, de principio a fin". Gracias por participar. Suerte en el concurso.

Gracias, amiga, por tu comentario y buenos deseos.

 2 years ago 
Gracias por ser parte de la Comunidad Venezolanos Steem, la Casa Grande para todos los Sueños Posibles. Tu publicación ha sido Seleccionada para el Programa de Soporte a las Comunidades de las cuentas Booming. ¡Felicitaciones!

¡Juntos somos más!

Nota: Es importante la utilización de las etiquetas steemexclusive y club5050, y el cumplimiento de las condiciones de las mismas.

Inmensamente agradecido por el apoyo. Saludos fraternales para todos los que hacen posible el funcionamiento de la Casa Grande para todos los sueños posibles. Saludos y éxitos.

Amigo muy Interesante tu relato, muchas veces las enfermedades se propagan porque las personas actúan con ignorancia, lamentablemente eso provoca muertes no solo de ellos sino de los que realmente quieren ayudar. Saludos que tengas buen día .

Claro, amiga, ese precisamente es el mensaje que pretendo dejar: muchas veces suceden las cosas por el empecinamiento de las personas en no querer mirar la realidad. Saludos.

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