Tu opinión Importa/Semana #28/ El regalo del Alcalde venezolano

_{Imagen modificada en PowerPoint/ El Tigre, Anzoátegui, Venezuela F/ F2}

Es verdad, cada quien tiene el derecho de escoger el regalo que quiera y dárselo a quien le dé la gana, pero si usted es el Alcalde, el máximo representante de un municipio, no puede exhibirse públicamente obsequiando un juguete sexual como si se tratara de una obra ejemplar, de una solución que beneficia a la colectividad que representa. Existen roles, cargos públicos, que deben ejercerse con formalidad y criterios ajustados a la moral, a las costumbres que dignifican la condición humana.

No es necesario recurrir a tan burdas chabacanerías para ganarse la simpatía de sus electores si, en verdad, este alcalde pretende labrarse un promisorio futuro en la política. Este tipo de actividades se convierten en efímeros efectos que disfrutan sus más fieles seguidores, pero son repudiados por quienes cultivan la sensatez y esperan que sus líderes se comporten en consonancia con la investidura de la posición en que se encuentran. En el momento en que una sociedad demande responsabilidad e integridad de aquellos que ostentan el poder, personajes como estos desaparecerán al igual que la parafernalia banal que han propiciado.

Ahora bien, con el auge de la nueva tecnología comunicacional que produjo la omnipresencia de las redes sociales, hoy más que nunca parece evidenciarse que cada intersticio de la vida, sin importar cuán fútil pueda ser, pretende convertirse en un espectáculo.

Los análisis profundos y meticulosos de la realidad, los libros y otros documentos que se dediquen a la comprensión formal de los problemas humanos, las obras artísticas que aborden los complejos enigmas de la creación y la belleza… nada que exija un pequeño esfuerzo intelectual pareciera interesarle al gran público. Una gran mayoría de la población mundial aspira a que todo le llegue, a través de las redes, en un formato que se encuentre listo para ser incorporado a las superficialidades de su comprensión, y del modo más divertido posible para que pueda llamarle la atención.

A esta versión de la realidad, la del rimbombante espectáculo, es que se apega el alcalde para plantear y desarrollar su moderna e irresponsable versión de la política.

En última instancia, a nadie más que a los involucrados, les interesa el regalo que le hace Paraqueima a su amiga; se trata de una acción que debe llevarse a cabo en confianza, arropada por cierta intimidad. Sin embargo, en este mundo donde lo esencial es el exhibicionismo y la diversión, tanto ella como él sienten que debe hacerse público porque la dinámica de hoy les exige ser desinhibidos y provocadores, la forma más contundente de estar en la palestra pública y ganar adeptos.

Los fundamentos de su gestión, los planteamientos éticos de la doctrina a la que pertenece el alcalde o los planes sociales y económicos para el desarrollo del municipio y otros tantos aspectos de provecho… nada de eso sirve para el espectáculo, para ser tendencia por unos días. Hasta que el mundo reaccione y comience a defenderse de la banalidad para buscar los caminos del verdadero desarrollo.

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