Tu opinión Importa/Semana #1/Violencia en nuestras escuelas/ @cruzamilcar63

La violencia escolar es un problema tan antiguo como esta institución social. Nunca ha sido esta, como todo en la vida, el espacio ideal donde solo reinan los valores y las virtudes más altas de una existencia ejemplar porque en cualquier sitio en los que interactúen los seres humanos habrá siempre diferencias que pueden tornarse insoportables. Por esta razón son incontables los estudios que abordan esta grave situación desde las más disímiles perspectivas del conocimiento que se preocupan por el bienestar de nuestra especie. Las causas que la generan, de acuerdo con estas investigaciones, pueden ser heterogéneas y la mayoría de las veces se produce por la concurrencia de una serie de factores que actúan de forma negativa en la conducta individual o grupal.

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Ante este panorama tan amplio, imposible de cubrir en su totalidad con las ideas que aquí expondremos, nos limitaremos a disertar sobre los cambios preponderantes que han ocurrido en estos últimos tiempos en nuestro cotidiano devenir, con el propósito de ofrecer una explicación sobre la incidencia de la violencia escolar en esta época avasallante y tecnológica en que nos encontramos.

Desde que la omnipresente televisión entró a nuestras casas, los investigadores de las ciencias sociales comenzaron a advertir sobre su efecto pernicioso, más que todo, en el comportamiento de niños y adolescentes. El predominio de lo visual, la violencia excesiva, los valores negativos exacerbados, la imitación de conductas erróneas y un sinfín de aspectos más fueron reiterados por un sinnúmero de estudios que señalaban lo inadecuado de este medio de comunicación, si no se regulaba y se supervisaba el tiempo y los programas a los que tenían accesos las personas más jóvenes. Sin embargo, la historia continuó su curso y la televisión nos sigue acompañando hasta el sol de hoy.

Años más tarde, llegó el internet, luego las computadoras se convirtieron en un artículo de primera necesidad y, casi inmediatamente, vinieron los teléfonos móviles; estos no solo asimilaron la tecnología imparable que ofrece la red, sino que se transformaron en parte ineludible del quehacer individual, en instrumentos esenciales que nos mantienen conectados con el universo entero.

En efecto, la evolución de la tecnología no solo nos permitió una comunicación más efectiva, sino que potenció a cantidades inimaginables todo lo que conocíamos y todo lo que ella trajo consigo. Tres décadas atrás, por ejemplo, en nuestro país nos conformábamos con mirar apenas tres canales de televisión, quien tenía una cámara fotográfica le colocaba un rollo de película cuya capacidad no excedía las 48 fotos, y ya esto era una barbaridad; las cámaras de videos no eran comunes y las noticias estaban en los periódicos o en los espacios que la radio y la televisión les tenían asignados en su programación. Hoy en día, como es obvio, con un buen teléfono inteligente, las posibilidades de producir y recibir imágenes, videos o cualquier tipo de archivo parecen infinitas.

Ahora bien, en aquellos tiempos en que la pequeña pantalla reinaba como el único medio de distracción en cada hogar, se miraba y se escuchaba, más nada; es decir, éramos ante ella unos individuos pasivos, se trataba de un mundo en el que no interveníamos; como simples receptores, disfrutábamos, comentábamos y, quizás, imitábamos, pero no podíamos opinar, al menos inmediatamente, sobre lo que ocurría más allá de esa pantalla. En esta época, en cambio, somos partícipes directos de cuanta situación nos llama la atención y más todavía, podemos ser nosotros mismos quienes generan la información, los protagonistas o los testigos directos de lo que sucede en el entorno que podemos fácilmente documentar.

Todo esto produce cada día una avalancha de informaciones, de contenido proveniente de cada rincón del planeta, que es imposible digerirlo de manera adecuada, si no se cuentan con las herramientas intelectuales para hacerlo. Ante esta cantidad infinita de datos y archivos, muchas personas pierden la capacidad de discriminar aquello que es importante con respecto a los hechos que no lo son o que se refieren a cuestiones superfluas. Así, por ejemplo, pueden llegar a procesar con el mismo rasero dos noticias tan opuestas como las infidelidades de una estrella de la farándula y los asesinatos de unos indígenas en el Amazonas. Para muchos cibernautas, estas dos cuestiones son solo celajes que pueden eliminar de sus pantallas con apenas mover un dedo; o simplemente no les llama la atención porque están ocupados publicando los avatares de sus cotidianos quehaceres.

Nos encontramos, entonces, por todas estas razones que hemos expuesto, ante una gravísima falta de conciencia, ante la ausencia de sentimientos frente a las vicisitudes que merecen cierta empatía por parte de las almas sinceras, ante una realidad efímera que no es la misma en este momento que hace un instante. Y ante todo ese tráfago de datos e informaciones, los más vulnerables comienzan a filtrar, a fijar en su psique, solo aquello que alimenta sus resentimientos, sus odios, su manera de hacerse notar en el mundo; y encuentran también allí, la forma de llevar a cabo sus reacciones, lo que están maquinando; y el escenario de estos lamentables actos para las personas más jóvenes no es otro que la escuela.

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• _{Invito a los amigos: @betop y @rosselena. Para ellos y todos quienes quieran participar, por aquí les dejo la información.}

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