Un cortometraje, basado en las intensas aventuras de un grupo de aves, sirve de excusa para reflexionar sobre algunas expresiones conductuales de los seres humanos.

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Si trasladamos, como es necesario hacer con todas las fábulas, el proceder de los pájaros al comportamiento humano, no queda más remedio que subrayar nuestros malos sentimientos, la necesidad de estar juntos para zaherirnos, para demostrar que, a pesar de que existen individuos que no comparten estas maneras de actuar, somos perversos por naturaleza. Cada una de las acciones de estas criaturas pareciera corroborarlo, incluyendo al ave que recibe el desprecio de la mayoría.

Ahora bien, tal como lo recomiendan las orientaciones de este singular desafío, no voy a relatar la película, pero necesito referirme a ella, por supuesto, para graficar mis argumentos. Lo primero que observamos, es un extenso tendido de cables eléctricos, pero en cuanto el primer pajarillo se posa en un minúsculo punto de ese inmenso espacio, todos los demás vienen al mismo sitio para ninguno sentirse conforme. Todos vuelan y nadie les está impidiendo que lo hagan, sin embargo, hay un colectivo empeño de quedarse allí, demasiado cerca, para molestarse mejor entre ellos.

Se trata de una elocuente analogía de la conducta humana. Hacia las grandes ciudades, por ejemplo, queremos trasladarnos todos para estar terriblemente aglomerados, sin detenernos a pensar que existen otras zonas, otros ámbitos, donde podemos comenzar nuevos proyectos o dedicarnos a vivir con mayor comodidad, sin hacerles caso a las tendencias que pregonan la uniformidad en los modos de existir. Es muy cierto que somos seres eminentemente sociables, pero eso no quiere decir que pretendamos el hacinamiento, con el fin de tener una excusa para enfrentarnos a nuestros semejantes.

Uno de los temas más evidentes, y es muy probable que sea el planteamiento principal de este cortometraje, es el desprecio, lo que ahora denominamos bullyng, de los pajarillos hacia el ave grande y desgarbada, diferente a ellos, que de manera breve y espectacular paraliza su bulliciosa discusión. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, existe allí plena conciencia de ambas partes del poder que ostentan.

Los primeros están confiados de su preeminencia porque poseen mayoría numérica y el pájaro de mayor tamaño se muestra inalterable ante las burlas, debido a que conoce sus ventajas ante aquellos chiquillos; no pareciera que fuese inocente, sino que los deja actuar en su contra, les hace creer que se están saliendo con la suya, pero sabe que la línea eléctrica se está convirtiendo en un arma que activará cuando llegue el momento indicado. Pudo soltarse antes e irse adonde le diera la gana, pero esperó hasta que llegara su oportunidad de burlarse, de tomar venganza.

Si lo pensamos bien, el ave grande actúa como muchos políticos nefastos que se presentan como líderes incapaces de cometer actos ilícitos o violentos; y le hacen creer al pueblo que por ser mayoría posee la fuerza y la razón para no dejarse apabullar por los embaucadores de oficio convertidos en dirigentes sociales. No obstante, detrás de esa supuesta entrega solo hay una descarada manipulación, con estrategias bien reflexionadas, para arremeter contra sus semejantes en cuanto se presente la primera oportunidad, en cuanto sea posible demostrar los privilegios del poder.

Para finalizar, debemos reiterar, tal como señalamos al principio, que lo predominante en este cortometraje es la maquinación de la perversidad entre las fuerzas enfrentadas. Nadie quiere evitar conflictos, alejarse hacia otros derroteros con el propósito de encontrar su tranquilidad, nada de eso; cada quien quiere imponer sus directrices, sin detenerse a considerar que más allá hay espacio suficiente para que todos subsistan sin problemas.

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