Mini Concurso: Venezolanísimo 4 – Juegos Tradicionales
El Fusilao
La verdad es que no estoy consciente, no recuerdo, si existía un cierto orgullo varonil en las prácticas de aquellos juegos en los cuales el perdedor absoluto resultaba, sin contemplaciones, severamente castigado. Algo de esa arrogante masculinidad que se les inculcaban a los niños varones, desde temprana edad, en nuestros pueblos debía, quizás, haber para que disfrutáramos tanto en esos avatares que parecían planificados para templar el carácter, para aceptar la suerte que nos tocaba sin ningún pataleo.
Eran actividades en las que había que correr, estar alerta, ser el más rápido, el más astuto porque, de lo contrario, existían muchas posibilidades de que te tocara recibir las sanciones correspondientes, y era preciso tomar en cuenta, además, que no había opción para rendirse. Juegos como el gárgaro, la bejuca, el zape-zapato y el sancocho contenían su buena dosis de violencia. En esta oportunidad, me referiré a uno en el que era un asiduo participante, no porque quería demostrar valentía alguna, sino porque era muy triste quedarse al margen, mientras los demás se divertían: El fusilao.
Imagen creada por el autor en PowerPoint
Para jugar el fusilao, era imprescindible una pelota que fabricábamos nosotros mismos con un calcetín viejo que rellenábamos de trapos. En el suelo, o en la acera, se dibujaba una tabla con tres columnas y tantas filas como jugadores fuesen a participar. En la primera columna, se anotaban los números asignados a cada participante; en la segunda estaban los nombres y en la tercera, se llevaba la cuenta de las veces que cada competidor había resultado perdedor. Se necesitaba también una base que, generalmente, se trataba de un poste del alumbrado público. La pelota se colocaba, antes de comenzar las acciones, a un lado de la parte superior de la tabla reservado para tal fin.
Para empezar a jugar, el participante número uno (después le tocaría al dos, al tres… y así sucesivamente) lanzaba una piedra plana, una laja la llamaban en Mucoelrío, hacia la tabla. El dueño del nombre, digámoslo de este modo, donde cayera la piedra, debía tomar lo más pronto posible la pelota para intentar pegársela a cualquiera de sus rivales, quienes ya se encontraban corriendo, con todas sus ganas, hacia la base. Si lograba acertar a uno de esos compañeros con un golpe de la bola, se deshacía de ella y debía, al igual que los demás, ir a la base, tocarla y volver al punto de partida, a la tabla. El jugador que se quedaba con la pelota era el perdedor de esa ronda. Cuando alguno acumulaba tres puntos, debía ser fusilado. Para ello, el desafortunado se colocaba de espaldas, como a cinco metros de distancia, y los demás competidores, tomaban turno para lanzarle la pelota, a veces con increíble saña, por tres veces consecutivas.
Esta era uno de las diversiones más populares, en aquella época en que la tecnología no se había adueñado tanto de nuestras vidas, entre los zagaletones del pueblo, que siempre estaban buscando, e inventando, una actividad de este tipo para disfrutar sin ningún complejo. Había amigos de aquel entonces que no corrían lo suficientemente rápido y, sin embargo, no dudaban ni un instante en ponerse a jugar fusilao, por lo tanto, les tocaba recibir castigo casi siempre. Nada de eso parecía amilanarlos porque, tanto los éxitos como los fracasos, se tomaban como eventos totalmente normales, como componentes esenciales de una cotidianidad que siempre evolucionaba hacia el futuro.
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Son tanto los juegos que se han inventado y la verdad que fueron muy bueno para cada persona en su niñez y en su época.
Así es, amigo, y tanto que los disfrutamos... por eso los recordamos con nostalgia. Saludos, gracias por tomarse unos segundos para comentar.
Se ve divertido ese juego aunque yo nunca lo jugué
Suerte!
Gracias, amiga por comentar. Sí, es divertido.
Vaya cuanto recuerdos amigo, mi hermano le encantaba, era muy rudo para niña aunque creo que una que otra jugaba, saludos muy buena tu publicación.
Sí, era un juego bastante rudo. En mi pueblo las niñas no lo jugaban, pero ya me dijeron que en otras partes sí lo practicaban las muchachas también. Saludos. Gracias por comentar, amiga.
muy buenos recuerdos del fusilado, mas de una vez fui fuisilada ya luego me avispe y comence a fusilar tambien jeje
Qué bien. Así pasa con todo: hay que pagar la novatada. Gracias por comentar, amiga. Saludos.
Esto me recuerda a mi hermano menor que fue el único de los varones que tuvo la oportunidad de crecer con la alegría de este tipo de tradición. Lamentablemente la tecnología ha suplantado muchas cosas pero nadie les quite lo bailado.
Que tengas un excelente día
Sí, a pesar de lo rudo de juegos como este, era un lección sobre competencia, para aprender a ganar y a perder sin ningún trauma... Gracias por comentar, amiga...
Esto dolia y mucho, esos pelotazos en la espalda que se le daba al pobre fusilao no eran normales, pero me enantaba ese juego
Como decían por ahí: "sarna con gusto no pica." Todo lo aguantábamos para estar en la diversión... Gracias por comentar, amiga...
Verdaderamente, muchos juegos en las calles tenían mucha violencia. Pero una violencia que igualmente se quedaba en la calle cuando terminaba el juego.
Luego, todos seguían siendo amigos aun cuando el fusilao podía quedar con la espalda adolorida.
Describir el juego lo hace ver algo enredado pero jugarlo es muy sencillo.
Gracias por describir este juego tradicional que lo practicaban niños y niñas al mismo tiempo.
Gracias por tu participación en Venezolanísimo 4 👌! Saludos fraternos y suerte en el mini-concurso!
Gracias por sus comentarios. Saludos