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Nuestro cuadro feliz

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Me miras porque te das cuenta de que yo sí me quedé absorto sobre el relámpago luminoso de tu desnudez, porque descubriste que en el desparpajo de mis ojos existe la certera convicción de que no hay nada más bello en este mundo que el misterio de una mujer desnuda. Por esa razón, tu interés se distanció de todo lo que te rodea para buscar la complicidad de mis tentaciones, las cuales, en última instancia, son las únicas que le dan sentido a la osadía de tus encantos.

Cuando te levantes y vengas a buscarme, tus dos acompañantes continuarán sumidos en su conversación. Yo miraré el esplendor de tu cuerpo arrastrando su hechizo de luz hacia mi encuentro y ellos ni siquiera notarán el vacío que dejó tu ausencia. ¿Cuál es la razón que los aparta de la magia palpitante que irradia tu presencia, qué rara condición los mantiene tan alejados de tu cercanía? Son enigmas que se quedan flotando, envueltos en tu tenue sonrisa. Es inconcebible que, para ambos, te encuentres dentro de la misma dimensión de los alimentos esparcidos en la hierba, junto a tus prendas de vestir, porque existe un no sé qué más interesante que dos hombres prescindibles del paisaje deben discutir.

Después, nos iremos juntos, como Dios nos trajo al mundo, a sumergirnos en las aguas transparentes para que la impudicia acompañe al soliloquio de esa bañista aferrada a su recato. La salpicaremos con nuestro desenfreno y la haremos testigo de nuestra historia. Cuando la humedad transparente su vestido blanco, en el instante en que tome conciencia de todo el caudal de sensaciones que destila su magia femenina, ella levantará la cabeza para convertirse en Diosa fluvial a quien los dos hombres continuarán ignorando, al igual que lo hicieron contigo, pero ahora será para siempre porque ya esos dos circunspectos caballeros no formarán parte de este cuadro feliz que los tres habitamos.

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Invito al amigo @felixgarciap.