La Casita de Elvira y sus mangos.

En el sector San Rafael de Castillero, en Caicara del Orinoco, está ubicada una casita muy humilde; donde habita la vecina Elvira, una señora de 70 años de edad, muy peleadora y casi dormía cuidando que los muchachos al pasar para el pueblo no le tumbaran los mangos, ya que ella vendía esta fruta, hacía carato, pasta y jalea de mango. Sus matas de mango eran muy famosas porque el fruto de ellas era un mielo con sabor muy ligero a piña y por esto le gustaban mucho a los muchachos y muchas e inclusos a las personas adultas. Doña Elvira se levantaba en la noche hasta cuatro veces, para vigilar sus mangos y cuando ella sentía que caía alguno y estaba acostada, se levantaba como impulsada por resorte para recogerla.

Así vivía la vecina, en esa zozobra, pero los muchachos la vigilaban y cuando llegaba el señor Gregorio, un don cuya edad oscilaba entre 68 y 72 años, ellos aprovechaban; porque Elvira se distraía y hablando en voz baja, Reily les decía a sus amigos. “llegó el novio de Elvira, no podemos desperdiciar esta oportunidad; porque ella se pone loquita y se entretiene haciéndole café y coqueteándole al señor Gregorio y se olvida de los mangos”. A esto contestó Joel. “Vamos a esperar que lo invite a pasar y comience hacer el famoso cafecito al señor”. “Bueno vamos a esperar, está lavando la perola donde cuela” dijo Rubén. “ya está listo, se metió y prendió el radio y está haciendo el café con el que embruja a don Gregorio; porque se queda lelo mirándola y ella se sonríe, los ojitos le brillan como el brillo de los mangos maduros cuando los acaricia el Sol”, Dicho esto, Jacinto se quedó esperando que decía Reily.

Inmediatamente se ocuparon, manos a la obra, Reily se montó en la mata con un palo largo que en uno de sus extremos tenía una bolsa; donde caía los mangos y así evitaba que Elvira escuchara y luego uno por uno eran capturado por los muchachos que estaban abajo. Así tumbaron cinco (5) docenas de mangos; porque se montaron en tres matas. Mientras tanto Elvira embelesada con Gregorio hacían planes para ir a pasar el día en el riachuelo de aguas cristalinas que pasaba como a 120 metros de la casa. Era un lugar precioso con muchos árboles y adecuado para una cita septuagenaria. Ni pendiente de los mangos, no se acordaba de nada, estaba como en las nubes en viaje de fantasía o tal vez de amor.

Los muchachos lavaron los mangos, los secaron y en una carretilla se llevaron los mangos para el mercado a venderlos, las personas pasaban y veían y exclamaban ¡son una belleza! Y Rubén completaba diciendo: “Son Mango Piña, dulcitos como la miel”. “Sí se come uno quiere otro más, compre con confianza y están baratos a cinco por 100.000,00”. Una señora y un señor compraron. En ese momento pasaron unas señoritas de gran b.elleza y Jacinto estaba lelo, no dejaba de ver a las muchachas y en voz alta les dijo: “vengan por favor, ustedes son tan lindas que me imagino la dulzura de sus labios, son como estos mangos llenos de miel y amor”. “mira Jacinto tú estás como Elvira con el cafecito, vende mango y no te enamores porque pierdes” le dijo Reily algo molesto.

Elvira atendió a su novio y pasó un día sin angustia, el amor la hizo olvidar de los mangos y los muchachos vendieron todo y Jacinto quedó enamorado.

Gracias a esta prestigiosa Comunidad Venezolanos Steem por brindarme la oportunidad de crear mi cuento, tomando como personaje principar tan sabrosa fruta Venezolana.

Les agradezco a todos los visitantes por tomarse unos minutos de su tiempo y leer mi publicación.

Invito a los amigos: @luzmata, @hortendvms, @cesarmataa para que echen a volar su imaginación y construyan su cuento.