"Mi mejor y mi peor profesor" @charjaim
Mi hija @lilianajimenez, en una de sus actividades docentes.
Nuestra amiga, @solperez, nos invita a compartir nuestra experiencia con el peor y mejor profesor que tuvimos. No es fácil escabullirse del malo, creo que todos los hemos sufrido. Depende de nosotros mismos lo que hayamos hecho con esa experiencia si la volvimos trauma o aprendizaje.
Creo que al final de este post sabré si definitivamente perdoné o no. Si escribí con odio al estilo de Argenis Rodríguez fue que no lo hice.
Una maestra mala, muy mala
No escribiré su nombre porque eso no construye, y al final de la historia quien quedaría mal parada sería yo. Tampoco sé si vive o no, lo más probable es que haya muerto y mentarla podría ser que viniera a perturbarme. Solo diré que era muy mala, una cosa, una bicha, un engendro, una máquina de gritos y golpes, siniestra, fea, histérica y horrenda, que por dos años consecutivos amargó mi infancia.
Fue mi maestra de tercer y cuarto grado. Eran años donde el maestro podía golpear al alumno. "La letra con sangre entra" era la consigna que muchos seguían y ella debe haber sido la que inventó esa sentencia.
Ya tenía yo un padre severo y castigador y está maestra fue la cereza del postre, más correcto sería decir cicuta. "Caída y mesa limpia" gritaba y agarraba un palo de cuji, que mantenía en el escritorio y pasaba puesto por puesto, dándonos golpes.
En ese salón nació el adulador o chupamedias, quienes le llevaban trozos de ramas de diferentes plantas, y ella escogía el mejor, el que pícara más, revisaba dándose golpecitos en la palma de la mano y se regodeaba de contento sacando la lengua.
Le gustaba hablar con las otras maestras, entonces se salía del salón y se prendía la guerra. Los varones se lanzaban "taquitos"(un trozo de papel doblado en varias partes que lanzaban con una liga colocada entre el índice y el pulgar, como una especie de fonda). Algunos se paraban a hablar o se salían también del aula. Cuando entraba la energúmena gritaba: "por uno pagan todos" y volvía la repetición de reglazos o palos.
Le agarré pánico, si me hablaba yo enmudecía, así supiera la respuesta a la pregunta que me hiciera, de mi boca no salía ni una palabra. Puedo recordar bien mi llanto en aquellas "clases", de ahí me quedó el rechazo al maltrato infantil y la tristeza más grande cuando veo llorar a cualquier niño, de manera desconsolada.
No terminaría de escribir nunca si sigo hablando de ella y debo dejar espacio para los buenos docentes.
El buen maestro
Después de haber conocido al diablo, todos los demás, que pasaron por mi vida de estudiante, me parecieron dioses.
Había generalizado la idea de que los maestros eran malos. Cuando a duras penas llegué al liceo, me gustó la cantidad de horas libres. Ahora tenía once profesores. Estudiaba bachillerato mercantil. Y conocí en primer lugar a un profesor de taquigrafía, de apellido Arjona.
Arjona usaba un paltó oscuro, de hablar pausado y buen humor; explicaba sus clases y sonreía afable. Acosta enseñaba contabilidad y contaba un chiste. Gustavo González nos hablaba de valores y nos pedía hacer planes para el futuro. Nohemí Gallo analizaba oraciones en la pizarra y daba gusto ver su manera de escribir. Ángel Galarraga, Rafael Castillo, Nancy Pico y otros que me mostraron lo hermosa que es la profesión docente.
Mi hijo @leonardoj333, dirigiendo la orquesta, resultado de sus clases de música.
Gente elegante que no gritaba, que tenían vocación que mostraban actitudes que nos provocaba imitar. Nunca más conocí un mal maestro.
Hasta mucho tiempo después, entrar a cualquier escuela me daba aprehensión. Estuve atenta a la educación que recibían mis hijos. Me hice profesora y entre mis objetivos estuvo nunca ser como aquella mujer. Me cuesta escribir que le agradezco esa enseñanza, pero es necesario que lo haga.
Tres de mis hijos también han ejercido la profesión docente y quien hable de ellos solo puede afirmar lo buenos que son cada uno en su cátedra. Esta es una carrera que solo se puede hacer con vocación.
Mi hija @nakary en una de sus clases.
Agradecida de la comunidad Venezolanos Steem y a sus moderadoras @marcybetancourt y @solperez por propiciar este tipo de iniciativas.
Mi contenido es original
Mi amiga, soy tan expresiva cuando me concentro leyendo o viendo una película, que en medio de estas, salto, lloro, me asusto o pronuncio onomatopeyas como: Ay, Uy, Uhhh. Al leer tu vivencia con la maestra, salté de la silla en varias ocasiones, pues al igual que tú rechazo el maltrato físico. En verdad, esa señora no merecía ser docente. Pero como bien has dicho: Vivir malas experiencias nos ayuda a distanciarnos de ellas. Un abrazo inmenso para ti y para tus talentosos muchachos.
No lo merecía ni ella ni muchos, pero en la vida ha habido un mal ingeniero, mal médico, mal enfermero, y pare de contar. Te agradezco mucho el haber propiciado este ejercicio, no te imaginas cuánto. Un abrazo.
Dios que maestra tan mala, es triste pensar que descargaba alguna frustración en ustedes sus estudiantes. Gracias que luego conocistes muchos buenos maestros que en realidad son los que quedan en nuestra alma. Saludos @charjaim
Algún problema tendría, varias veces ví que la tenían en el patio de recreo y le cepillaban los pies, le daban convulsiones, recuerdo bien esa imagen. Ahora es solo pasado. Saludos cordiales.