Aunque lleguè a conocer a mis cuatro abuelos y abuelas (soy de las afortunadas), hoy les platicarè de unos momentos anecdòticos vinculados con mis abuelos paternos, los cuales vivìan muy lejos y no los conocì (sino por referencia y fotos) hasta que tuve 10 años. En ese momento, ambos tenìan unos 60 años, pues eran casi de la misma edad. Mi madre, mis hermanos y yo, viajamos en barco para conocerlos. Cuando llegamos al puerto de destino y desembarcamos, pronto lo vimos, mi abuelo Juan alto y erguido como un pino, nos estaba esperando. Tuve que saltar para darle un beso y saludarlo. En ese momento, la maleta con la ropa de mis muñecas, que yo cargaba personalmente y que no dejaba en ningùn lado, se abrió en plena calle dejando caer todo su contenido. Mi madre me reprendiò por no asegurarla bien y mis hermanos, un poco más pequeños que yo se cuajaron de la risa, mientras yo toda azarada trataba de recoger las cosas de las muñecas. En ese momento, mi abuelo se agachò a ayudarme desde su altura y entre los dos recogimos mi preciado tesoro. Nunca olvidarè su gesto amable y considerado. Su esposa, mi abuela Maruja, nos esperaba en casa, llegamos de madrugada, hambrientos y cansados, después de un largo viaje en carro. Nos preparò unas deliciosas papas y huevos fritos con aceite de oliva cuyo aroma y sabor todavìa perduran en mi memoria.

Me enseñó algunas canciones que solìa cantar cuando era jòven y de las que todavìa me acuerdo. Era una tejedora empedernida y nos legò a todas las nietas un hermoso mantel de hilo tejido a crochet que todavìa conservo y que le pasarè a mi hija en cualquier momento. Vivieron una larga vida y se fueron casi que simultáneamente pues no sabían vivir uno sin el otro, pero nos dejaron muchas historias.

Acrostico de mi abuelo Juan:
Jugamos poco, lo sè
Un dìa nos encntraremos
Ame ese tiempo juntos
Nadie me roba ese momento

¡Gracias por leer!