Venezuela Concurso-Semana 14: El Mango de Oro

Érase una vez un mango con poderes ancestrales, cuentan los aborígenes que provenía de un árbol medio redondo y del color del sol, muy frondoso y nunca solitario, siempre rodeado de arbustos, flores y tierra fértil.
Este extraordinario árbol tenía un atributo muy especial, mientras más mangos de oro producía que eran aprovechados por los niños indígenas, más rápido se duplicaba la carga de frutos.

Los mangos de oro provenían de un lugar lejano en el cielo, aquellos que lo comían, pensaban más rápido y sentían más profundamente el amor y las sensaciones de bienestar y protección, el oro de sus fibras aumentaba la electricidad de quién lo saboreaba, transmitiendo una sensación de dicha.
Los mangos de oro en lo alto del árbol no podían ser tomados por los niños que alcanzaban sólo los bajitos, aquellos frutos que envejecian y caían en el suelo nutrían y alimentaban las raices.
Los que eran comidos, pasaban su energía a los cuerpos aborígenes y quedaban sólo como una semilla sin vida, pues entregaban todo en el camino, nutriéndolos.

Los ancestros agradecidos, por lo que otorgaba el mango aprendieron que cuando se entrega todo, se une el cielo y la tierra, corre el oro entre las venas, como protección divina y brilla la alegría en los ojos de los niños que al mirar al cielo, sonríen.