Venezuela Concurso/ Semana 43/ Homenaje a Édgar Allan Poe/ @aplausos

Durante mucho tiempo, la "Muerte Roja" había devastado la región, me encontraba investigando y llegué a ese lugar escondiéndome, escuché con atención lo que decían: “esa mujer malvada merecía la muerte, me encantó con sus placeres para después dejarme abandonado, coloqué ese clavel rojo en su tumba”. Acostumbraba a dejar este tipo de flor sobre sus cadáveres o sus lapidas, de allí su nombre.

Sigilosamente me asomé a la habitación de donde provenía la voz, un cuartucho con sangre pegada en las paredes, un olor nauseabundo poco común a tragedia y muerte, a su vez a flor lejana. Una anciana agonizante en la cama, que solo gemía, un hombre de pie a su lado, apenas alcanzaba oír su narración era casi un murmullo. Tenía una filosa navaja en sus manos, la acercaba al cuello de la octogenaria, debía buscar el momento oportuno para entrar, como policía de criminalística lo sabía muy bien.

De repente su susurro se convirtió en gritos, comenzó a girar como poseído, maldecía: “todo es tu culpa madre, me dejaste, permitiste que ese hombre me violara una y otra vez en tu presencia, disfrutaste mi dolor, me enseñaste que para que los claveles sean hermosos debe regarse con sangre y ahora soy esto”. Saltó sobre la mujer y cortó su yugular, el liquido venoso se esparció por la habitación, rápidamente entré saltando por la ventana, al verme cortó también la suya y el riego rojo fue aún mayor. En pocos minutos murieron ambos, estaba absorto. Llegó la policía local, aun no salía de mi asombro, al levantar el cadáver de la señora debajo se hallaba un clavel carmesí.

Fuente

Salí de allí todavía temblando, un policía local me dijo: felicidades por resolver el caso de la “muerte roja” y el de la misteriosa desaparición de la dueña de la floristería hace 20 años. Volví mi mirada al camino, ya amanecía, era una plantación de claveles, su aroma se confundía con el de la sangre, de allí lo poco común.

Invito a : @nayle @rashel