La vida transcurre en un barco por altamar donde somos los únicos tripulantes. Conocer la dirección hacia dónde vamos resulta motivante y le da sentido al viaje aunque eso no asegure que la ruta será siempre agradable. Navegando nos encontraremos con cosas que no dependen de nosotros, el viento puede variar, habrá averías en la nave, a veces será de noche y en ocasiones aparecerán las fuertes tormentas.

_{Imagen usada para el concurso por @solperez}

Podemos huir de la tempestad cuando esta sea muy grande y sentirnos temporalmente a salvo, aunque eso tenga un costo elevado como alejarnos del lugar que tenemos por destino. Cuando es muy grande como para escapar, siempre podemos echar ancla, dejar de navegar…lamentarnos y preguntarnos para que ocurre, algunas veces discutiremos con las nubes o el cielo para decirle ¿Por qué?

Existe una manera poco intuitiva con la cual no solemos estar familiarizados…continuar navegando. Aceptando la borrasca tal cual es en ese momento sin intentar pelear con ello, sintiendo que por más aterrador que se vea es solo un fenómeno climático normal, que se irá…no se hallan tormentas eternas. En este punto se percibe una incomodad verdad… a nadie le gusta sentirse sobrepasado por un torbellino. Hay dos vías que tomar: una es aceptar la tormenta, sin críticas, sin juicio pero continuando la navegación, la otra es el sufrimiento, maldecir las nubes, quejarse por ese cambio atmosférico, hacernos miles de preguntas y estancarnos en medio del mar.

Cuando decidimos continuar navegando comenzamos a sentir que los vientos fuertes nos darán maestría en el manejo de las velas, nuestra experiencia desarrolla habilidades para cruzar los momentos críticos, se adquiere dominio sobre el rumbo, eso no elimina el malestar creado por el clima peros si nos ayuda a conocer que es lo verdaderamente importante…reflexionemos como queremos transitar nuestra próximo vendaval… existe la opción de pasarla con gentileza, bondad y mucha compasión.

@casv