Véndame los ojos, no permitas que vea como las guerras dominan y la paz se aleja. Como se disparan por unas monedas, como se asesinan sin dolor ni pena por el que matan y en el suelo dejan.
Tápame la vista para que no mire el horror del hambre frente a la lujuria, ante a los excesos de suntuosidades temporales que no son verdad… y hasta inmorales.
Cúbreme el mirar para no distinguir al amigo infiel que en lo peor se va, deja que se cuele por una ranura de la venda que sobre mis ojos está, el amigo fiel que nunca se va, al cariño real que deja su mano extendida para ser leal.
Revísteme con tela la mirada para no ver al joven que vendiéndose por nada su cuerpo exhibirá, mientras unos pocos esto mismo reclamaran, que no observe yo la ausencia de calidad de una juventud que al parecer sin dirección va, no quiero contemplar a lo sexual vulgar ganar sobre la dignidad.
Envuélveme lo visual, aunque mis oídos escucharan, esa música que invita al morbo al porno por modalidad, a lo superfluo por fragilidad y no importarle que quienes la escuchan aun tiene edad de inestabilidad.

Déjame la venda suelta, sin mucho apretar , que quiero imaginar que por esas muescas puede la luz entrar, de un mundo que se resistirá a dejar de creer en la “humanidad”, que no olvidará al cielo mirar mientras se comparte el amor que tienen dentro con los demás.