Puede llamarse Alfonsina, Gabriela, María, es una niña que lee a escondidas ¿Por qué? porque las mujeres no leen, no piensan, no escriben, no tiene criterio. Las mujeres que leen son peligrosas, nos dijo una autora inglesa, Stefan Bollman, y eso parecía pensar autores, moralistas y sacerdotes que a lo largo de ese siglo donde vivió la artista, escribieron, predicaron acerca de los riesgos que determinadas lecturas tenían para las mujeres. La de este retrato en este siglo es un ejemplo, para la época no se pintaban damas leyendo ni escribiendo, sus pinturas correspondían a bordar, tejer o labores domesticas. Osada la que lee y osada la que la pintó.

Leer es la primera forma de independencia, una inicial conquista de privacidad donde la mente es libre, donde esposos y padres quedaban al margen de lo novedoso del contenido y experiencias que ofrece la lectura. Las novelas y sus narraciones de amor y pasión, constituían para las mujeres de la época una forma de autoconocimiento tan libertadora como insustituible. En una época que hasta leer el periódico era imposible para ellas.

Mi primer novio fue un libro, me enamoré de 13 años de Papillón de Henrie Charieri, mi primer gran amiga fue Oriana Fallaci y su especial Carta a un niño que no llegó a nacer. Siempre un libro ha estado a mi lado, aunque algunos me causen una especie de malestar como el que leí mientras cuidaba de mi mamá cuando ella estaba hospitalizada para no dormirme en los días previos a su muerte, La canción de Dorotea de Rosa Regás.

Lo paradójico es que en nuestros días, este retrato también sería extraño, una joven leyendo…!!Bravo!!, sin audífonos, no mirando una pantalla…algo excepcional sin duda nunca imposible pero si poco común... ¿será que de alguna manera estamos volviendo a siglos pasados?..Pero esta vez caminando solas sin ser conducidas en retroceso… para la reflexión.