Arte y escritura/ Semana 27/ Por @aplausos

La danza de la vida que arte hay que tener para realizarla, para ir sorteando todo lo que ella trae, no es un baile porque lo movimientos deben ser con sentido, con un propósito que nos encamine hasta donde queremos llegar, con sentidos ósea con los sentimientos y emociones que emiten el ver, oír, oler, gustar, tocar y consentidos ya que necesitamos el consentimiento de los otros, del grupo social, familiar, de amistad y hasta laboral donde nos encontremos para danzar juntos, ya que ella no se realiza de manera unitaria siempre es compañía, nos guste o no.

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Debe hacernos sentir creatividad para acompasar lo pasos de forma diferente sin repetirlos, sin errores o por lo menos con los mínimos, también tenemos que hacerla con vitalidad sino parecerá que la masa, la muchedumbre nos lleva a su paso, es indispensable que sea desde la afectividad sino nunca lograremos ejecutarla, vital es la sexualidad para poder garantizar el placer de vivirla y que otros seres nazcan, surjan y esta danza emocional no se detenga y lo más importante que sea transcendente, de nada valdrá danzar y danzar si no somos capaces de trascender de dejar un legado por pequeño que sea, de impactar la vida de alguien con los movimientos dancísticos de algún otro ser humano y dar así el llamado salto cuántico. Entendernos como uno solo, animales, plantas, cosmos y los otros humanos que nos armonizan, sentir que todos somos uno.

Tomados de la mano, teniendo el cielo por límite, con todas sus fronteras espirituales, hombres, mujeres, niños, ancianos necesitamos ir al ritmo de la vida y no perder el paso ni la armonía necesaria, todos somos protagonistas de la existencia, dancemos desde la libertad de ser cada quien quiera ser lo que lo haga feliz.