2º Concurso Literario Foto-Relato / Esperanza.

El lugar se llamaba Soledad, lo había heredado de sus padres hacia aproximadamente 20 años. Hermosos paisajes en un amanecer como otro cualquiera, olor a mastranto, a fresco pasto, hacían acogedor el sitio aunque en su interior Júbilo pensaba: si esto continúa así tendré que dejarte, tendré que irme y dejar mi Soledad. Tenía pocos meses de viudo, una pandemia se llevó a su mujer y sus tres hijos habían marchado a otros lares.

Llegó a la laguna y en el espejo de agua contempló su rostro, al mismo tiempo que el del viejo Chaguaramo que había plantado en su niñez junto a su padre y recordó esos años de bonanza económica, de trabajo pastoreando donde Soledad fue prospera y esplendorosa. Con vacas lecheras, plantaciones, frutos, toda una gama de productos que podían comercializar y vivir cómodamente la familia con el trabajo diario y honrado.

Otro rostro se asomo sigiloso al espejo, era el hijo de su capataz un niño de 9 años, Bendito le habían bautizado, patrón ¿que busca aquí?, le pregunto con curiosidad el pequeño, razones para no irme, para quedarme, respondió. Ah eso es fácil, vamos que le muestro; lo tomó de la mano y Bendito atravesó con él rápidamente el potrero, hasta llegar a un techo de ordeño: allí yacía sin vida Tristeza una vaca ya mayor, a su lado se encontraba su becerrita Esperanza. Bendito le dijo tenemos que alimentar a Esperanza. Sin Tristeza ella puede vivir y con nuestra ayuda, para que no muera de hambre.

Luego de encargarse de Tristeza, alimentaron con Fe, hermana mayor de Bendito, a Esperanza y verificaron que estuviese bien; Júbilo decidió enviarle un mensaje por whatsaspp a sus hijos: “Me quedo en soledad, con fe, esperanza y bendito sea este lugar. Mi tierra Venezuela. Les amo, Jubilo.