Conoce Venezuela/ Yabinoco
Feliz y bendecido día Steemit
Decidí que sería una buena idea todos los lunes llevarlos a viajar a través del relato y las imágenes, como saben la cuarentena nos ha mantenido en casa.
Con plena sinceridad una de las cosas que más extraño es conocer nuevas personas y nuevos lugares.
Los lugares que iniciare a relatar, son lugares que he visitado.
En el oriente venezolano hay un delta que comparten tres estados.
Sucre, Delta Amacuro y Monagas.
La parte del estado Sucre está integrado al Parque Nacional Turuepano.
Monagas y Delta Amacuro por su parte comparten lo que llamamos el Delta del Orinoco.
Iniciamos nuestro viaje hacia el Delta Monaguense, desde la Capital del estado Monagas, Maturín, conduciendo vía a la carretera del sur hasta un pueblito llamado San José de Buja.
La lluvia es una constante hacia esta zona del país, así que durante casi todo el viaje en carretera el agua fue nuestro acompañante.
Siempre he pensado que la lluvia es señal de bendiciones, buenos augurios, sobre todo cuando vamos a estos viajes donde estaremos rodeado de la naturaleza en su estado más natural y prístino.
Yo lo tomo, como una bienvenida y una limpieza de la misma naturaleza.
El viaje a buja nos tomó algo más de tiempo, debido a la lluvia.
Pero al llegar nos esperaba una canoa, en un muellecito para llevarnos a nuestro destino.
Nos dirigíamos a Yabinoco, debido a la hora iniciada ya las cuatro de la tarde, nos recomendaron apresurarnos con los equipos y suministros.
Tras montarnos en la canoa nos dirigimos rio abajo hacia Yabinoco, anocheció algo rápido por lo que navegábamos a medio de la noche.
Una de las cosas más hermosas de estos lugares es que no hay nada que te distraiga de admirar lo que está a tu alrededor, las estrellas parecían estar tan cerca de la mano.
Los deltas tienen una particularidad, se rigen por las mareas, el agua en el canal principal, estará alta o baja dependiendo de la marea, así que los bancos de arena son un gran obstáculo a la hora de navegar.
Muchas veces apagaron el motor, para navegar con remos por la profundidad.
En Yabinoco dormíamos en una hamaca de moriche, uno de mi olores preferidos, recibiendo la brisa de la noche y la de la mañana, eso sí, con mosquitero, porque los zancudos son una fuerza aérea independiente.
Observe como de las manos de sus mujeres nacían los bolsos de moriche, como teñían las hebras con colores naturales, como las tramas de estos tienen que ver con las formas que ven en el rio, que gracias a ello habían vivido en Francia un tiempo largo, pero que añoraban crear a cielo abierto y volvieron.
Las mire recolectar todas las bolsas platicas de harina y estirarlas, estirarlas, de esto lograban hacer un hilo que parecía ser una escultura por los colores que tenía.
Escuche a lo lejos el canto y sonido de una chaman a medio de la noche.
Probé mi primer gusano de moriche (Solo me lo trague, así que no me pregunten a que saben)
Percibí a mitad de noche el rugido de un jaguar, el silencio y su eco lo hacía escuchar muy cerca.
Mire que a muchos en algún gobierno le habían construido casas como las conocemos, pero que ellos solo las usaban como depósito.
Siguen viviendo en sus hermosos palafitos a la orilla del rio, sin ventanas, sin puertas, para que el aire entre, corra y salga por donde le parezca, para que el roció y la lluvia, pase, para que el sol limpie, para que la luna purifique, para escuchar al rio, en su ir y venir, pues ellos son el rio y el rio es ellos.
