Cuentan las historias de un pueblo muy lejano a las llanuras civilizadas en el cual habitaban quinientas personas, un lugar donde no llegaba ninguna conexión, los teléfonos no funcionaban y en la televisión se observaba el canal llamado lluvia, en el cual las familias se sentaban frente al televisor para distinguir en la lluviosidad si el personaje en frente era hombre o mujer.

Cuenta el abuelo que después de la siete de la noche ninguna persona podía salir a la calle, pues el que salía no regresaba, en mi estadía en el pueblo logré compartir con todos sus habitantes, pero nunca pensé que esa vieja historia del abuelo iba ser verdad cuando una noche desaparecieron de la localidad quince individuos que habían ido a la ciudad y en su regreso al pueblo los agarro la noche, ellos nunca aparecieron pero al frente de cada una de sus casas, al día siguiente aparecían dos cajas una con víveres y otra con un animal dentro cada caja con un espécimen diferente, pero todos domesticados; de una u otra forma decirles si lo que les voy a contar es verdad o no, quizás mi psicólogo les podría decir que estoy demente sin embargo yo creo que es real.

Una tarde como cualquier otra en la localidad se realizó una fiesta de cumpleaños el residente más antiguo estaba cumpliendo ciento tres años y decidimos celebrarlo, fue un gran festejo y un rico festín, a las siete menos diez todos fueron agarrando camino para sus casa, yo por lo contrario decidí pedir las llaves del bar que estaba frente al balneario, entre cerré bien y me fui a la ventana corrí las persianas y esperé para al fin poder colocar fin a este absurdo gobierno de limitaciones, agarré una botella de chingón y tomé asiento frente a la ventana, todo el bar estaba oscuro, las calles en calma no había movimiento alguno, el río estaba en calma, tranquilo irradiaba una luz hermosa, era inexplicable la paz y la tranquilidad que embargaba la noche, pasaban las horas y la botella se iba acabando, estaba cuerdo no estaba mareado, mucho menos borracho, a las doce menos diez de la noche el agua del río comenzó a cambiar en vez del agua bajar, subía pensé estar dormido, por lo que decidí me pellizcarme muy fuerte el brazo izquierdo, estaba despierto, observé fijamente al río y note como una serpiente de gran tamaño nadaba en el de manera relajada y tranquila, posterior a eso observé el mismo animal convertirse en una tonina rosada, para cuando se acercó a la orilla era un lindo gato, mismo que camino, a los dos metros del río se convirtió en un zorro, luego cambio su aspecto al de un lobo, a lo lejos se escucharon unos gritos, eran tres hombres pasados de trago producto de una fiesta muy movida. Lo que vieron mis ojos fue poco común.

Los hombres se fueron acercando a la zona donde se encontraba el río, el lobo en sus cuatro patas se levantó lo vi, lo juro por el que está arriba si es que existe que el lobo se convirtió en una mujer joven con un hermoso vestido blanco, los hombres ensimismados por aquella belleza se fueron acercando, la estaban cortejando, pues hasta a mí me dieron ganas de salir que ser más bello podía transitar la noche que esa mujer, por un momento volteé porque pensé que alguien estaba en el bar, para cuando regresé la mirada dos de los hombres no estaban, en su lugar estaban un gato y un perro de pelaje dorado, al otro hombre le dio un beso en la boca y se alejó de él, sería magia o estaba borracho pero aquel hombre se convirtió en una serpiente de gran tamaño, la misma que se lanzó al agua.

Que paso después no tengo ni la menor idea, desperté a los cuatro días y los hijos de los vecinos no aparecían por ningún lado, pero un gato y perro aclamaban la atención de aquellas personas embargadas por el sollozo.

De ese momento a este que pasó no tengo ni la menor idea, pero les puedo contar que el día antes de partir de ese pueblo volví a ver a la misma mujer convertirse en muchos animales, hasta que terminó en su forma humana.
Una niña, pasó junto a ella en eso de las doce menos tres minutos, parece que no la vio se fue directo al río, estaba nadando de los más tranquila cuando la serpiente se enrollo en ella y no se les volvió a ver, aquella niña también desapareció, para cuando todos escucharon mi versión de los hechos me dieron por loco, sin otra verdad a la cual sostenerme, entregue las llaves del bar y me fui a la ciudad, dejándolos a todos con el ser de las mil pieles y aquellos animales los cuales se comportaban como humanos.