El nombre de mi madre es María Elena una luchona y bromista empedernida, dedicada a hacer del día de los demás el día más alegre a pesar de las circunstancias, es la persona que me dejo su amor macado en lo más profundo de mi corazón con esa bendita frase: “Mira zurriaga el día que yo me muera vas aprender a valerte por ti misma”, y la siempre obvia “no me llores, el día que te llegue a faltar y te sientas sola ese día llórame hasta que no tengas motivos para llorar”. Una de sus canciones favoritas era Amor eterno de la siempre recordada Rocío Durcal, cuando era niña no logro disfrutar de su infancia tuvo que ser una hija ejemplar y ayudar a mi abuela a trabajar para que en la mesa nunca faltara un pan, su juguete favorito era una muñeca de trapo la cual ella misma hizo con ayuda de su madrina.

Cuando vienes de una familia que se ha dedicado a estar y ser parte de la cocina es inevitable, tener un plato especial pero mi mamá era una fanática de su versión de arroz con pollo la cual lleva, obvio que arroz, pollo y se le anexa, huesitos ahumados, carne, pedacitos de chuleta y guisantes; una de las anécdotas más icónicas de ella fue cuando estábamos en el hospital porque a pesar de que no estaba bien de salud, se levantaba cada día bromeaba con el personal médico, con los pacientes, los familiares y el personal de limpieza, disfrutaba reír y ver a la gente sonreír.

Desde pequeña trabajó de la mano de mi abuela en el negocio familiar, se levantaba a las tres de la mañana a pilar maíz para que a las cinco de la mañana tuvieran las arepas hechas, para luego freír esa rica lisa salada, y era que en la casa tenían una arepera y una de las trabajadoras más famosas era mi mamá, posterior a eso montó su bodeguita y su negocio de helados dulces y tortas. Si la vida de mi mamá fuera una película se llamaría «Nunca dejes de reír».

Mi mami era fanática del café, su color favorito era el marrón, le encantaban las aves.

“Sé y entiendo que donde seas que te encuentres estás mejor, me aferro a la idea que Dios te acogió en sus brazos, que aunque este veintisiete de julio se cumplen cinco años de tu partida, quiero que sepas que me haces mas falta de lo que nunca me hiciste cuando estabas viva, te amo con todo mi corazón y a pesar de que ya soy un poco grande extraño tus abrazos y tus palabras motivadoras”. Gracias por enseñarme que la vida se vive riendo.