2º Concurso Literario Foto-Relato / Los enamorados invisibles

Saludos, compañeros de viaje.

Es esta mi participación simbólica en el Concurso Foto-Relato, organizado por mi querido @oacevedo, con el apoyo de la comunidad VenezolanosSteem, bajo la dirección de @marcybetancourt y @solperez. Participar es fácil, solo tienes que escribir un relato que contenga un mínimo de 250 y un máximo de 300 palabras. ¡Anímense, todavía están a tiempo!

Imagen proporcionada por el concurso

Los enamorados invisibles

Pancho sintió que vio a Gardenia por primera vez aquella mañana de julio cuando ella regresaba muy contenta por haber recibido su diploma de haber culminado primaria. Desde entonces la amaba.

Un día la vio venir del liceo. Estaba bellísima. Pasó a su lado y ni volteó hacia él, lo que agradeció porque estaba completamente desaliñado ya que ese día le había tocado ayudar a su tío Clemente a descuartizar las piezas de res que irían al mercado local. No deseaba que ella lo viera así.

Soñaba con aquella jovencita. Cada mañana, antes de ir a hacer sus oficios, se escondía en un montículo cercano a la casita donde vivía Gardenia y allí esperaba a que ella saliera a ponerle comida al único caballo que la familia tenía. Esos minutos de vigía eran para él la máxima felicidad. Con aquel paisaje campestre de fondo, se deleitaba con los gráciles movimientos de la muchacha, esperando a que ella no se percatara de su presencia ni mucho menos don Onofre porque de lo contrario saldría de allí muerto a palazos.

Un día se le ocurrió silbarla como un pájaro. Ella volteó hacia el montículo pero él se escondió entre los matorrales. Ella buscaba el silbido sin éxito. Así pasaron varias semanas. Fue descubierto y cuando don Onofre lo interrogó confesó su verdad. Antes de salir vivo de aquella casa, Gardenia pidió que los dejaran a solas. “¿Por qué nunca me dijiste nada, Pancho?”, luego él respondió tímidamente: “Es que soy invisible para ti”. Ella sonrió y luego le contó que también lo miraba desde niña, que siempre esperó a que él le dijera algo pero pasaban los años y nada sucedía. “¡Pensar que era yo quien me sentía invisible para ti!”

Hoy el pueblo festeja una boda a la vista de todos.