En mi paleta tengo los colores, para pintar algo hermoso, se me ha encomendado la tarea, de que sea algo sublime y glorioso, que sea ejemplo de fuerza, de perseverancia, de constancia, de paciencia y que sobre todo, que represente a todos los árboles de Venezuela, que cuando el sol esté en su punto más alto, y con su luz lo alumbre y con su calor lo arrope, que ese árbol brille como ninguno y sea el más puro que se vea en el horizonte.

Como artista me asignaron, que pintara en un cuadro, la mágica belleza del vuelo de un ave, con sus alas desplegadas como queriendo planear, que conjugue en mis colores su canto señorial, que no sea un ave común ni vulgar, que cuando la gente lo vea sea capaz de inspirar, lo que hoy tanto anhelamos en mi Venezuela: "Libertad".

Otro pedido singular me vinieron a solicitar, me preguntaron si en mi paleta tendría suficientes colores, como para pintar a la flor más hermosa, una muy especial, que sea delicada y sutil, que hipnotice con sus matices, que al ver la pintura la gente sea capaz de oler sus fragancias, y su aroma impregne la sala donde se vea colgada.

Para esta, cerré mis ojos, acerqué mi paleta a mi rostro y olí los colores, simplemente me dejé llevar por ellos, y mis pinceles pintaron esto:

Cuanta alegría, cuanto orgullo, cuanta delicia en una sola pintura, mi Araguaney florido, Mi Turpial cantarino y mi Orquídea exhuberante.