Marijo, era una niña inquieta y mal humorada, siempre estaba a la defensiva cuando sus padres se le acercaban, porque pensaba que por ser niña siempre la fastidiaban. Un día, salió a una zona solitaria de la playa, donde jugando con los caracoles, allí se sentía tranquila fuera del alcance de sus padres. Y se puso a pensar que sería su vida, si fuera una mujer, estaría libre como los caracoles en la orilla. Como ella se alejaba de su madre nunca pudieron hablar de los peligros que la asecharían cuando en mujer se convertiría.

Así pasaron los años y Marijo fue creciendo, salía en la mañana y regresaba al atardecer. En una de sus salidas se acercó un joven, que estaba de visita en la playa, le señalo lo hermosa que era, y quiso acompañarla., hablaban de sus vidas, y ella le expresaba de sus deseos de convertirse en mujer.

El joven noto la ingenuidad de Marijo, así que aprovecho la ocasión para robarle su inocencia. Pasaron días alegres cuando estaban juntos.

Pero de repente , su ilusión se acabó, el joven se fue de la playa y jamás regreso, solo quedaba un vacío y una tristeza extraña. Ahora estaba como perdida era mujer, no entendía que le pasaba, se acabó la alegría, las travesuras y las escapadas, solo la tristeza la envolvía.

Marijo, Noto que su cuerpo cambiaba. Fue entonces cuando decidió acercarse a su madre y le hablarle de lo sucedido. Su mamá, lloro en silencio porque ya se imaginaba lo que pasaba, llevo a su hija al curandero y él señor le dijo que su hija estaba embarazada, decidieron apoyarla aunque Marijo se sentía muy mal, porque apenas su adolescencia pasaba y su interior no estaba preparado para recibir al bebe que tenía en su panza.

Se iba todas las tardes al lugar que le gustaba, pero esta vez no soñaba con ser mujer, sino que se sentaba a la orilla de la playa y con los caracoles en sus manos lloraba

Así pasaron los meses y Marijo triste, con un niño en su vientre, ahora se encontraba entre la niñez que ya no existía y la adultez que llego atropellando sus sueños e inocencia perdida.

Llego el momento en que su hijo debía nacer, pero su cuerpo de niña no resistió, porque aunque ella se sentía mujer su organismo no tuvo tiempo de crecer y en las manos de su madre murió ella y su bebé que era muy pequeñito y no estaba preparado para nacer.

Ahora en esa playa, al atardecer solo se ven caracoles en la orilla y al acercarlo al oído tras el sonido del mar se escucha el llanto de Marijo la niña que nunca creció.