Como ya muchos saben, soy un apasionado de la décima espinela, sobre todo de aquella en la que se versa poéticamente. Es decir , en las que abundan las figuras literarias, y en este poema escrito en el año 1940 por Alberto Arvelo Torrealba (1905-1971) ambas cosas se dan.

El poema "Florentino y El diablo" se divide en dos partes; en la primera titulada"El Reto", el "yo poético" describe al "catire Florentino", y también se pasea por el paisaje agreste de Santa Inés (Barinas-Venezuela); la descripción del ambiente es casi fotográfica:

El coplero Florentino,
por el ancho terraplén,
camino del desamparo,
desanda golpe de seis.
Puntero en la soledad
que enluta llamas de ayer.
Macolla de tierra errante
le nace bajo el corcel.
Ojo ciego en lagunazos,
sin garza, junco ni grey,
dura cuenca encabronado
donde el casco da traspié.
Los escuálidos espinos
desnudan su amarillez,
las chicharras atolondran
el cenizo anochecer.

Como en los poemas homéricos, los versos de Arvelo Torrealba narran la historia de Florentino, llanero de recio carácter y habilidoso coplero que, como buen venezolano guerrero, se enfrenta al mal representado porEl diablo con su verso, su coraje y su fe.

El diablo es descrito como un indio, que lleva consigo unas maracas y tiene el propósito de quitarle el alma a Florentino.

Los versos más emocionante de este poema, los ubico en la segunda parte denominada "La porfía", donde verso a verso, Florentino y El diablo contrapuntean a ver cuál de los dos es mejor. Ya casi vencido por El Diablo, Florentino se percata de que está amaneciendo e invoca a los Santos para que la luz del sol, que es también de esperanza, venza la oscuridad, la maldad y la muerte.

Zamuros de la Barrosa
salgan del Alcornocal
que al Diablo lo cogió el día
queriéndome atropellar.
Sácame de aquí con Dios
Virgen de la Soledá,
Virgen del Carmen bendita,
sagrada Virgen del Real,
tierna Virgen del Socorro,
dulce Virgen de la Paz,
Virgen de la Coromoto,
Virgen de Chiquinquirá,
piadosa Virgen del valle,
santa Virgen del Pilar,
Fiel Madre de los Dolores
dame el fulgor que tú das,
¡San Miguel! Dame tu escudo,
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha bendito,
Santísima Trinidá.

Ya para cerrar les digo que cuando me he visto en aprieto suelo decir:

"¡San Miguel! Dame tu escudo,
tu rejón y tu puñal".

Y siento que para mí también hay un nuevo amanecer.

Así que los invito a escuchar este canción que no solo me hace sentir venezolano, sino también un guerrero donde quiera que vaya.