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Vamos ahora los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.Santiago 4:13-17.

Hay una realidad que no podemos ocultar y es que no sabemos qué pasará con nuestra vida el día de mañana. Debemos saber que hay un ser que dirige nuestras vidas y aquel es Dios. Le quedará difícil acepar la iniciativa de un Dios que tiene el control sobre cada minuto de nuestra vida, sobre cada tema y además sobre cada órgano de nuestro cuerpo humano. Para que se realice un comienzo de que Dios tiene el control hasta lo más diminuto de nuestra vida, miremos este escrito bíblico en Mateo 10: 30 Pues todavía vuestros cabellos permanecen todos contados. Dios no solo es el conocedor de nuestro futuro, sino que Él es el arquitecto, Dios es el que planea cada evento y cada cosa en nuestras propias vidas, conforme con nuestras experiencias, con su entendimiento sobre nosotros mismos y con sus fines específicos para cada uno.

La humanidad anda de fracaso en fracaso por 2 causas primordiales: La primera es que andan apartados de Dios realizando la voluntad de su mente y sus corazones; y como segundo, los que mencionan ser cristianos no encomiendan sus planes a Dios y creen que Dios va a estar según con todo lo cual quieran hacer. Es menester rememorar que una vez que firmamos un contrato de trabajo, estamos asumiendo que solo haremos la voluntad de ese o aquella compañía que nos contrató a lo largo del horario de trabajo convenido; de igual manera nosotros mismos como cristianos, si decidimos obedecer a Dios, entonces tenemos que comprender que se debe abandonar nuestra voluntad para ofrecer la voluntad de Dios en nuestras vidas; o sea, que cada día debemos decirle a Dios: Heme aquí, te entrego mi voluntad y cumple tus propósitos en mi vida.

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Nuestra vida es fugaz y para los tiempos de Dios es como un rayo, que un día para Dios es como mil años de nuestra vida. Debemos ser conscientes que nuestro tiempo aquí en la tierra es corto y que lo debemos aprovechar al mayor realizando la voluntad de Dios y no la nuestra, que los resultados son inciertos una vez que seguimos los designios de nuestro corazón, pero son de bendición una vez que seguimos los senderos trazados por Dios. Si para todo somos dependientes de la voluntad de Dios, entonces Dios va a hacer acorde a su voluntad, la cual es buena, justa, santa y perfecta y entendemos que los que realizan su voluntad no resbalarán ni caerán nunca: Y el mundo pasa, y sus deseos; sin embargo, el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Para esto, debemos reconocer que somos como neblina que al calentar el sol y se desvanece; de esta forma es de corta nuestra realidad. Además, debemos reconocer que haciendo el bien tendremos recompensa en el reino de los cielos y que por esa razón es que debemos situar todos nuestros propios planes en las manos de Dios y que Él nos guíe en cada paso que debemos tomar, teniendo presente que, si hacemos su voluntad, entonces todos nuestros hechos estarán enmarcados dentro del amor y la justicia, lo cual va a hacer que nuestros actos sean compatibles con los de Dios. Para el pueblo cristiano la consigna es: Haremos lo cual Dios desee y no lo cual nuestros corazones quieren. Y esto tiene un beneficio bastante particular y es que seremos librados de las malas elecciones; que hacer la voluntad de Dios nos lleva por los senderos correctos y nos dará frutos de amor, de tranquilidad y de justicia.

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